AFI y los trece entierros de Davey Havok

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Davey Havok. Vocalista de Un Fuego Dentro, como chapurreó el propio neoyorquino en aquel Festimad 2003 en Móstoles, Madrid. Un show que si no hubiera llegado a presenciar aquél día en El Soto seguro que no estaría escribiendo estas palabras. No fueron precisamente los calores de finales de mayo ni ver a esta suerte de Danzig de la vida enfundado en pantalones de polipiel lo que más conquistaron mi atención. Quiero decir, aquél día yo fui por Marilyn Manson: tenía mi barómetro de mamarrachez muy alto como para que algo así me inmutara siquiera. Aunque el chaval de gafas y collar de pinchos rosa tarareando todos los temas en primera fila si que me pareció algo tróspido, la verdad. Fue algo más sutil lo que me conmovió: la energía y la sinceridad que desprendía este tipo sobre unas tablas.

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El origen zapatilla de AFI.
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Davey Havok en Festimad 2003. Foto: MarceRock (Indyrock)

Lo que fueron en 2003

Su voz siempre me pareció extremadamente aterciopelada para una banda que le dio bastante cera al hardcore punk en sus primeros años. Llegaron a meter tanta zapatilla que incluso fueron incluidos en el Tony Hawk’s Pro Skater 3 de PSX y PS2, que no sé a vosotros pero a mi me parece todo un halago en 2001. Y es que aquellos fueron los años que pasaron bajo el paraguas  de Nitro Records, el sello del vocalista y el bajista de The Offspring. Pero de pronto todo empezó a volverse difuso, y fue justo a raíz del disco que publicaron ese mismo 2003, Sing the sorrow. Pasado el Festimad, tuve tiempo más que de sobra para rendir cuentas con él. El disquito en cuestión resultó ser un logrado balance entre temas tristones a medio pelo entre Danzig y Placebo y cortes más moviditos, como Bleed black o Dancing through sunday . Investigando un poco más en su discografía descubrí que el salto estilístico no fue tan brusco, sino que ya era palpable en su disco de 2000 y el último vía Nitro, The art of drowning.

Anticipar un álbum

AFI fueron muy genios en crear expectación en torno al sucesor de Sing the sorrow. Creedme si os digo que nunca he esperado un disco tanto. Fue poco tiempo, pero para como corre el minutero en la era Internet, sí, fue MUCHÍSIMO tiempo: casi tres años de espera y antelación. Estamos ya en 2006. Que si teasers con nieve, fotos con la nueva estética en perfecto blanco de toda la banda, el bonus track de Rabbits are roadkill on route 37 (¿la canción que más he escuchado en mi vida?) el esperado videoclip de adelanto de Miss murder

Hablo por supuesto de Decemberunderground. Ahí los detalles electrónicos que tanto pirran a Havok y Jade Puget (guitarrista de AFI desde 1999 y alma máter del proyecto de electrónica de proxeneta que tienen, Blaqk Audio) y los momentos de pop rabiosamente dulces eran mayoría en comparación con los temas más rapiditos y animados. La voz de Havok tenía momentos de hipersensualidad con bases muy sensuales, como en 37mm, y aquí nadie decía nada. ¿Por qué? Porque se salían. Porque gustaban. No es casualidad que en diciembre de ese mismo año sacaran el DVD en directo I Heard A Voice, que cuenta con un montaje cinematográfico y vibrante, o que sólo un año después, en 2007, viera la luz el debut de Blaqk AudioAFI estaban en la palestra, expuestos, a la vista de todos. Y entonces… entonces llegó el disco de la portada choni.

El disco de la portada choni

Crash Love aparecía en 2009, con una portada en tonos dorados que me causa y causará grima hasta el día de mi muerte. Horrenda es poco. Lo raro y lo que sorprende es que pese a facturar auténticos temazos de rock popero y muy melodrámatico en su interpretación vocal, como son Torch songOkay, I feel better now, los temas punk siguen persistiendo. Es como si las raíces siguiesen ahí, de alguna manera. Havok se suelta la coleta y canta con vocecitas afeminadas del todo (gloriosas, que nadie me malinterprete) que ofenderían a cualquier homófobo estándar. Empieza a acabar cada verso con un molesto «oh» muy a lo Jacko, costumbre que arrastrará hasta el siguiente disco y que repite tanto que casi podríamos hablar de una nueva herramienta compositiva en el arsenal del neoyorquino. Es un disco en el que el guitarrista también se luce, mostrándose efectivo y muy apañado a la hora de componer riffs no aptos para diabéticos. Creo que gran parte de la responsabilidad del cambio a un rock más meloso con tintes góticos y electrónicos es también de él.  Junto con el vocalista, siento que han tomado las riendas de la banda. Y ésto traerán unas consecuencias muy determinadas que más adelante desgranaremos.

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Portada de Crash Love sobreimpresionada con una foto promocional de la banda.

También moran en este disco las imágenes cinematográficas: unas más indirectas (esas referencias en las letras a huir a todo trapo en coche con tu compañero del alma a lo Thelma & Louise y Bonnie & Clyde) y otras más directas, como el tema dedicado a Veronica Sawyer de Heathers (aquí se llamó Escuela de jóvenes asesinos). Y metiéndonos de lleno en las letras, hay momentos que me llegan a la patata, de nuevo repitiendo los lugares comunes de Havok a la hora de escribir: la figura de la mujer inalcanzable como «reina», los nombres como sinónimo de identidad (para él no poder «pronunciar un nombre» parece equivaler a no poder optar a conocer y amar al portador de dicho sustantivo) , la falta de emocionalidad (que no la ataraxia) y los medicamentos que te dejan de aquella manera, la «pérdida de los colores» (léase «humanidad») en el frío contexto urbano y cómo no, la melancolía. Es en líneas generales un muy buen disco, que terminó renovando mi fe en la banda. Lo cual explica menos si cabe mi relación con su último álbum.

«I didn’t have anything else»

Por si no hubiera quedado claro la idea que quería transmitir hasta ahora es que la voz y la figura de Havok ha ido tomando protagonismo disco a disco. Y ahora mismo se establece en plena autarquía junto al guitarrista en el seno de la agrupación. Puede sonar cliché, pero ésta es la típica banda que se formó sin que ninguno de sus componentes tuviera la menor noción de cómo tocar un instrumento. Nadie partía con nada en su bagaje musical… salvo el bueno de Davey, que sabía entonar. Sí pude vencer los prejuicios como pianos que tenía contra la revolución pop de brillantina que supuso Crash Love fue por la voz de Davey. Siempre es mi asidero. A lo que vamos: a inicios de 2013 empiezan a aparecer teasers en blanco y negro con imágenes que asociarías a mentes como la de Ingmar Bergman antes que a la de los componentes de AFI. Europa se olía en esas imágenes. Todo muy bonito. Incluso el primer adelanto, grandilocuente en sus secciones de cuerda y en el reverb de la percusión (ojo que no hago aspaviento alguno: la banda lleva metiendo secciones de cuerda en sus temas desde Sing the sorrow), me alucinó. Pero no di el paso a escuchar el disco. Algo daba la impresión de ir mal: ¿otra vez oscuridad, como en 2003? Olía a marketing del malo. Toma ya: encima la portada es un eclipse lunar. Parecía aquello el reinado incólume de los tópicos. ¿Qué, vamos a volver, al rock gótico de eyeliner, señor Havok? ¿Otra vez nos vamos de entierro? Pasando. No me creía el paso del rock glamuroso y melancólico a la oscuridad teatral. Dejé el disco en barbecho hasta este 2014. Pero… pero lo que me hizo cambiar de opinión y darle oportunidades al disco fueron estas declaraciones del vocalista en un vídeo para Radio.com.

¿Tu también has estado ahí?

De nuevo, sentimientos amargos y una música de temática triste. El mismo hoyo de siempre ¿Tú también has estado ahí, Davey Havok? Porque yo sí. Y creo que te entiendo. I Hope You Suffer es el primer tema en el que deseas el mal a alguien deliberadamente. Me chocó, la verdad. Pero es que A deep slow panic no hace otra cosa que dibujar una silueta temblorosa, que con ironía sugiere a su amante-torturador le enseñe a agonizar con suavidad. Para deshacerse sin causar molestias. Toda esta temática está tratada con una oscuridad que es menor que la del eclipse propuesto por su portada: una vez pasado I Hope You Suffer, la forma evoluciona a un estadío entre el pop jovial de Crash Love y los medios tiempos post-punk con arreglos electrónicos de Decemberunderground. Creo que es un sitio cómodo para los registros de Havok, afinados en escalas más graves esta vez. Más histriónico y exagerado que nunca, el vocalista hace suyos unos temas que ya se leen personales sólo por sus versos. Jade Puget se confirma como un guitarrista efectivo, solvente, y sus delicados punteos siguen siendo la huella de esta banda. Y caen temas con la garra de antaño, la que me enamoró en 2003: entre ellos, Rewind, con un estribillo literario que me hiela la sangre:

Though there’s no way I will materialize
Let the ghost that meets your eyes still haunt you, remind you
There’s no way to apologize
Your selfish words must float denied like your crime
I float now. We rewind

Consiguen que la pena vuelva a relucir. Greater than 84 me parece uno de los mejores temas de su carrera, pero es que a nivel letrístico es genial de lo sencilla que es. Romántica como pocas, quizás sea de lo más delicado que ha compuesto la banda. The conductor atrona y deja claro la pasta gansa que habrán soltado por producir su disco en Hollywood. Lo cinematográfico, de una manera u otra, de nuevo presente en su música. Un dinero bien gastado, aunque el disco no deje de clipear ni siquiera en FLAC. Un buen disco, y la labor más impecable de Havok a la vista. Trece pequeñas tragedias. Sus trece delicadas tragedias. Los trece entierros de Davey Havok.