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Al Berkowitz – A Long Hereafter / Nothing Beyond (2013)

Mito e historia, ¿cual es la diferencia?

El que entienda la Historia como un relato objetivo de lo sucedido, poca Historia ha estudiado. Aquellos que piensen que la transición de la Mitología a la Historia fue un salto claro y visible, también se equivocan. Como nos enseñó Big Fish, a veces el cuento y la realidad se confunden. Para otros como JRR Tolkien el asunto era claro: “si habéis creado vuestro propio mundo, ese mundo es real. Eso le basta al artista”.

Comprendido ésto, puede ser más fácil enfrentarse a la introducción que de ellos mismos realizan Al Berkowitz. En 2006, el cuarteto The Inhabitants a punto de desaperecer y germen de lo que sería el grupo se topa con el afamado bluesman Aldous B. Berkowitz, un artista retirado que, desde la sombra, se convierte en el director del grupo. A finales de ese año el grupo se estrena con el EP Man in the Air y comienzan a presentarlo sobre los escenarios. Tras su rodadura, la banda acabaría finalmente quedando en formato trío (Ignacio Simón, Santiago Estrada y Lorenzo Palomares), siempre con el retirado Aldous B. Berkowitz sosteniendo los hilos. En 2009 editan su primer trabajo discográfico, Barely Nice que demostraba que los madrileños apuntaban alto.

Cuando la música tiene inteligencia propia

Es difícil poder interpretar un disco cuando existe tal profusión de elementos como los que rebosan en A Long Hereafter / Nothing Beyond. ¿Como entender que un grupo pase de la bossa nova a la psicodelia experimental, y de una balada a los ritmos terciarios de vals en los cuatro cortes de inicio de un disco? La respuesta solo la encontraremos echando unos cuantos pasos hacia atrás y observando el resultado desde su perspectiva global: bendita coherencia. ¡La música está viva! Aquí no hay nada acotado o limitado por las capacidades artísticas de los músicos o de su capacidad para empatizar entre ellos. Todo fluye orgánicamente. Lo que tenemos delante es un viaje precioso, musicalmente asfixiante, un viaje que retiene algo de un mundo romántico del que solo conseguimos entrever del cine americano de principios de siglo; quizás una chispa de la seducción de los galanes de Hollywood reflejada en la figura de Ignacio Simón, quizás la visión de una pedante época dorada donde el futuro todavía parecía algo esperanzador y lleno de posibilidades. —¿Me concedería este baile?— estoy obligado a decir al son de la cálida instrumental Nothing Beyond.

La receta: no tener recetas

Aunque el grupo haya dividido conceptualmente el disco en dos mitades, no puede decirse que exista una diferenciación teórica a primera vista. Entre el halo exótico y cuentista de la primera parte, a veces incluso crooner (¿he dicho ya que consideran a Scott Walker como un referente?), destacan algunos pasajes casi surrealistas. Farewell My Lady! ostenta una experimentación que solo se explica a base de asimilar en su totalidad a King Crimson —un total de 25 pistas tratan de imitar a una sección de cuerdas sobre una impensable base progresiva—. En la segunda parte, la diversidad alcanza un grado exponencial. Las atmósferas, las capas de sintetizadores y los loops kraut definen temas como There’s No Better Way o Father I Think I Was Wrong, y que llevan todavía más al límite en Apprenticeship and Attiude con una clara idea de jugar entre los ambientes del electro-jazz que Radiohead hubieran sido una banda de los 70. Al tiempo, el tema más llamativo del disco, I Want You (Out of Control) suenan a un joven Danzig invitando siniestramente a su novia al baile de graduación.

¿Así que esto era el Art Rock?

Harto de testificar la banalización de las etiquetas, por fin he encontrado un grupo al que poder categorizar objetivamente en este cajón de sastre. Al Berkowitz no es que no practiquen un estilo en concreto, es todo mucho más complejo que todo ello. Ni siquiera se conforman con ofrecer en cada tema una porción de su muestrario, su complejidad no es a nivel macro, es a nivel interno. Claro ejemplo es un tema de más de 8 minutos titulado The Frenchman and The Rabbitman. Con una psicodelia que nos retrotrae a la psicodelia del final de los años 60 —la sombra de Jim Morrison planea cerca—, el tema va asomando en cada rasante un nuevo horizonte estilístico, para acabar con un claro deje a lo Devotchka con palmas y ‘laralas’ en su recta final. Como bien advierten, Al Berkowitz son los protagonistas de una verdadera búsqueda arqueológica de experimentación musical, pues escarvan en el legado musical, revolviéndolo todo y encontrando el sentido perdido.

 

Nota: 8.5

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8.5 / 10 stars