Altares Invisibles (II): Thou – Heathen (2014)

Heathen

Cada riff de guitarra en Heathen es un alargado abrazo que recorre estados de calma, accesos de melancolía y grados de serenidad. Tal es su magia. Y tal es la madurez añeja que desprende. Toda la ilusión de una banda por crecer, por dominar el lenguaje en el que se expresa, está ahí. Y sigue estando ahí en cada escucha.

Respira

El tempo de las composiciones es un pulso lento por defecto que hace sentir una respiración conjunta entre disco y escuchante. A veces es fácil contenerla, como es contenida la intensidad del ataque de los instrumentos al comienzo de Feral Faun. A veces lo fácil es ir soltando el aire poco a poco y cerrar los ojos aislándolos en su humedad, como cuando acordes mayores emergen victoriosos entre la furia y la distorsión de la segunda mitad de Free Will. O como cuando las templadas voces femeninas en Immorality Dictates te recuerdan que te quieren. Pero cuidado: adecuar alientos no será un proceso feliz. Pues la bestia no está del todo domada y de sus múltiples y poderosas colas aún ha lugar a laceraciones inesperadas para el incauto: cuidados arrebatos y momentos de odio concentrado. Cuidados sí, pero también presentes con cierta regularidad.

Decadencia superada

La voz en Heathen es una fuerza viva que transmite una furia que no es rabia, y que tampoco es tristeza. Una furia que está siendo, aséptica, afirmando la voluntad de existir en este precioso momento. La voluntad férrea del presente en el que también está sucediendo la escucha: uno de los principales núcleos temáticos del álbum. Toda la tristeza y decrepitud que pueda emanar de  las guitarras heridas queda así exenta de drama alguno. Pues esta reivindicación del presente borra el espejo del pasado en el que la decadencia se mira: es una superación de la melancolía. Una gama de serenidad anclada en la felicidad que da vivir este momento exacto. Toda traza de drama queda por tanto borrada.

Desafiando a los Sabios

Una extraña comodidad se sucede según van avanzando los cortes. Da la sensación de haber encontrado una pequeña gema, un sitio privilegiado y exclusivo desde el que ver la puesta de sol. Qué recuerdos de aquél neurótico año en el que vivimos un Sol que nunca se ponía. De aquellos tonos de atardecer perenne queda el desafío fragmentado de este caleidoscopio de atardecer caduco. Ni mejor ni peor: sólo dos gigantes mirándose de igual a igual, desafiantes. Dos expresividades tan intensas como colosales. Vertiendo con ceremonia calculada la sangre de sus venas en su música.

2014 es un año maravilloso para estar y sentirse vivo. Es sumo el placer con el que tanteo, exploro y saboreo el cuerpo etéreo y a la vez cálido de Heathen. Éste es el camino en el que han desembocado los constantes pasos de Thou, y éste es el nuevo techo artístico de su sensibilidad metálica. Que no tiene límites para el que sepa paladear.

Altares Invisibles I