Creo que para muchos ha sido sorprendente el encontrar el último disco doble de Baroness en los Tops de 2012 de muchas webs musicales, así como de nuestras propias votaciones populares.
Sin ser adepto férreo a la doctrina metalera, no admito a trámite el argumento que muchos esgrimen —no te gusta porque les achacas que se han ablandado—, ya que sin ser un mal disco, creo que es palpable que los americanos no han estado al nivel que se requiere en un disco doble, toda un arma de doble filo con la que se debe tener mucho cuidado. Muchos grupos han sabido aprovechar un estado de gracia en su inspiración para crear obras maestras, pero como lamentablemente ocurre últimamente, muchas veces estos formatos están hinchados por canciones que bajan el listón, y esto es lo que ha ocurrido aquí. Por si fuera poco Baroness han decidido acometer un potente salto evolutivo, es decir, si la distancia a salvar era grande, el salto iba ser a ciegas.
Sin lugar a dudas Yellow es la cara más brillante. Take My Bones Away es un tema pegadizo, adictivo, que ya nos muestra que Baroness han serenado su vena sludge-progresiva a favor de un rock alternativo mucho más radiable, pero que no renuncia de ninguna forma a la psicodelia, y a esto deberían agarrarse los más fieles a su anterior sonido. Si bien las guitarras se suelen mostrar inspiradas, algunos temas como Little Things acaban insípidos como una naranja exprimida, ya que las melodías de John Baizley quedan grises y planas. Por otro lado, temas como March To The Sea o Cocainium consiguen insuflar un aire muy evocador, consiguiendo el punto más equilibrado de su evolución, combinando riffs potentes con pasajes insinuantes. Momentos destacados la faceta más pop de Back Where I Belong o Eula, una balada nada convencional, que sabe crecer y arriesgar, regalándonos unos punteos con unos efectos realmente coloridos.
Green, es el patito feo, dominio de canciones de borde romo, sin ningún tipo de gancho, en una tierra de nadie entre el pop y la balada rockera que les da cancha para experimentar en otras cien direcciones, planteando serias dudas sobre el resultado. Si el grupo pretende seguir explorando terrenos más pop, debería buscar resultados menos monótonos, o si por lo contrario pretende depurar el intimismo (Stretchmarker), profundizar en la atmósfera, el sentimiento y el desenlace. De los temas a rescatar, el amable Board Up The House (en verdad la letra hace evocar prados de hierba azul) y The Line Between, un tema potente heredero del Blue Record con aroma a Foo Fighters.
Claros y oscuros definen el amarillo y el verde. Una evolución osada pero que queda descabezada por el camino, y que cosecha los mejores resultados donde ésta ha sido más comedida. Veremos si en futuros trabajos el grupo condensa su propuesta. Seguramente ya no vuelvan a recobrar a antiguos seguidores sludgers, pero sí podría volver a alcanzar el nivel de sus mejores trabajos.