Ha pasado menos de un año desde la última entrega de los valencianos Betunizer, el colosal Boogalizer, y aunque haya pasado tiempo suficiente para reposarlo e incluso deleitarnos con el proyecto del vocalista José Guerrero,Cuello, basta poco tiempo sin locura para volverse cuerdo, y no, no perseguimos eso.
Porque el frenopático musical que son Betunizer vuelve, eso sí, bajando la velocidad, cosa que no implica un descenso en la complejidad, ni por supuesto, en intensidad. El nostálgico de Quien nace para morir ahorcado… o, salvando las distancias, el que haya disfrutado del magnífico Mi brazo que te sobre de Cuello, quizá eche de menos momentos más puramente arrollados y salvajes, pero incluso con la primera escucha nos damos cuenta de que esto no es lo más importante en la dinámica Betunizer.
Abre el disco el reciente adelanto Ford Carrillada (mención aparte los deliciosos nombres de las canciones), que entre ritmos latinos y arreglos de trompetas nos va sumergiendo en una especie de western raro. Es inevitable pensar que en Gran Veta, si hay un instrumento al que hay que hacerle un monumento, es el bajo. De las frases disonantes a lo Jesus Lizard a los acordes hinchados y cortantes, Pablo Peiró nos sirve de guía en el país de las maravillas cárnicas.
Aleluya y Acaricia tu Tema están cargadas de esas frases míticas que se quedan grabadas en la memoria y poseen un aire más luminoso, que se encarga de apagar la heredera del sonido de los ya citados Jesus Lizard o Unsane, Talco y Bronce, machacona y asfixiante como ella sola. También lleva esta firma La Mancadita, y es que no se puede obviar el fantástico trabajo rítmico que realiza Marcos Junquera, otra de las señas de identidad de este noise rock de maracas y frutas en la cabeza, si se me permite la barbaridad. Prueba de ello es que al escuchar El ritmo que tú tienes, tema que cierra el disco, es inevitable que se disloquen caderas (españolas o no) y neuronas.
Los distintos instrumentos de viento metal que adornan algunas secciones del disco funcionan a la perfección y añaden más sabores al caldo sonoro de Gran Veta. A nivel lírico, Betunizer continúan con ese surrealismo de andar por casa (en el mejor de los sentidos) que dejará a los más sesudos buscando ocultos significados, y a los que se tomen al conjunto valenciano con su particular humor, disfrutando de frases lapidarias marca de la casa y de la interpretación que más convenga para la ocasión.
En definitiva, una muy digna continuación de Boogalizer, que confirma que sí, es posible hacer rock de denominación propia y original, traspasando cualquier barrera que pongan etiquetas y prejuicios, y además, aplaudiendo su nivelazo.