Fieles a su cadencia de publicación discográfica de 3-4 años, una de las mejores bandas en el ámbito de la música ambiental y nocturna, los míticos Bohren & Der Club of Gore, con más de 20 años a sus espaldas, editan una de sus mejores obras de los últimos años.
Que alguien me traiga el batín y una copa de coñac
De toda mi librería musical, pocas cosas como Bohren funcionan mejor para deshacer hilos mentales y oxigenar el cerebro, paradigmático momento de volver a casa del trabajo tras un agotador y estresante día. Una banda sonora perfecta para horas nocturnas en las que aflojar corbatas y sentir como la tensión arterial cae al suelo sincronizándose con las elegantes notas de un saxo.
La música de Bohren habla más en las lagunas del pentagrama que en las propias notas. La duración de sus compases, arrastrada hacia el infinito, solo es disfrutable cuando se ha perdido toda la paciencia y la esperanza. Uno no espera a la siguiente nota, simplemente llega.
Cómo preservar el interés del oyente fiel desde su arraigado estatismo estilístico
Estilísticamente, poco o ningún cambio puede apreciarse en su consolidado sonido dark-jazz nocturno (aunque ellos no compartan dicha etiqueta), solo matices como un mayor uso del piano —cuenta el grupo que Piano Nights está concebido a raíz de una interpretación en solitario de Christoph Clöser (saxo-tenor del cuarteto) con un piano de cola en una avenida de Moscú— o la recuperación de la guitarra, en forma de arpegiados acordes, en el tema final del disco, que el grupo había guardado en el desván tras Midnight Radio. Pero como comentaba esto es meramente anecdótico. Lejos queda ya su etapa en los que la banda, con el todavía guitarrista Reiner Henselit, construía sobre los cimientos del grindcore y el metal. El reto del cuarteto alemán es mantener el interés en su propuesta a pesar de la inmutabilidad estilística y atmosférica, tanto dentro del disco, como con respecto a anteriores trabajos.
Sonará a lo que tú creas que suena
Piano Nights, como otros discos de Bohren & Der Club of Gore, se presenta como una obra de pintura abstracta para el oyente, un cuadro en el que predominan los tonos oscuros y en el que queda velada la intención del autor. Reconocemos la belleza, distinguimos y ensalzamos el minimalismo, pero lo que nos trasmite la obra está plenamente ligada a nuestro subconsciente y experiencia. Cada uno podrá contar la historia que quiera. Ahora que me habéis leído, que nadie os cuente cómo suena Piano Nights.
Apoyános
