Boris es un ecléctico grupo japones que se mueve por varios estilos completamente diferentes: desde el drone más ambiental, pasando por algo de sludge y llegando al stoner de corte más heavy. No tienen dos discos iguales, y aunque tienen bastante material que me parece completamente prescindible, en el 2005 editan el magnífico Dronevil, para mí cénit de su carrera, un disco irrepetible. Si bien el disco es del 2005, mi reseña se basa en la reedición, Dronevil -Final-, editada un año más tarde y que incluirá 2 temas bonus.
Dronevil consta de dos discos: Drone por un lado, un disco completamente ambiental y Evil, que es el que mayor carga metalera tiene, que se mueve por el sludge-doom-drone más denso. Cada uno de los dos discos tiene tres temas que rondan los 20 minutos de duración, y están pensados para ser reproducidos a la vez, tal como ya habían hecho antes Neurosis con su Times of Grace y como hicieron los Rosetta ese mismo año. El resultado es aún más denso si cabe, aunque hay pocos momentos realmente ruidosos y ambos discos crean atmósferas armoniosas.
La primera mezcla, Loose/Red, es la que está formada por los dos temas bonus de la re-edición: Loose es única y exclusivamente percusión con unos platos y Red es un tema muy minimalista que no tiene apenas distorsión de guitarra: juntos crean una atmósfera bellísima, una introducción perfecta para el disco que acaba con una melodía final ya acompañada por la batería, con los platos desapareciendo progresivamente.
Giddiness Throne/Evil Wave For comienza con distorsión de guitarra y un sonido mucho más denso y agresivo, contrastando mucho con la suavidad y tranquilidad del primer tema. Tiene una parte central completamente ambiental para regresar a la contundencia y terminar de forma atronadora con uno de los fragmentos más ruidosos y densos del disco.
Por último, Interference Demon/The Evilone Which Sobs sería una mezcla entre ambos temas: un comienzo relajado in crescendo con unas melodías de guitarra lacerantes y muchísimo sentimiento (atención especial al tramo entre los minutos 7 y 11). Finalmente, el disco cierra con una outro acústica sobre la que se solapa una pista de ruido que va desapareciendo progresivamente, un final muy minimalista.
Recapitulando, un album que no tiene desperdicio y uno de mis discos favoritos a día de hoy, muy sencillo pero realmente épico. Es un disco que me hace evocar imagenes realmente desoladoras, bastante deprimente. Para mí sin duda lo mejor que han hecho Boris, una banda que creo que debería explotar mucho más esta faceta suya y dejar de sacar tantos discos de stoner ruidoso y experimental, que aunque no es una propuesta mala en absoluto a mí no me convence tanto como su ruidismo salvaje.