Antes de meternos de lleno en analizar Sempiternal, hablemos un poco de lo que es y lo que no es Bring Me The Horizon (BMTH a partir de ahora). Para empezar, BMTH es una banda de post-hardcore. La transición no ha sido ni mucho menos traumática: su anterior referencia There is a Hell, Belive Me I’ve Seen It. There’s A Heaven, Let’s Keep The Secret abandonaba casi por completo el metalcore festivo de estadio de su celebrado Suicide Season. Y no me invento nada: cortes como Blessed With A Curse, Don’t Go e It Never Ends daban a entender que los arreglos de cuerda, el gusto por los punteos heavies y los toques de electrónica no eran mera coincidencia. Primera y última advertencia para los nostálgicos: dejad de leer e iros a escuchar While She Sleeps y Stick To Your Guns, grupos que siguen sacando renta del sonido que hizo famosos a los ingleses. Lo que sigue a continuación no es para vosotros.
Si bien BMTH siempre han declarado que no quieren hacer dos veces el mismo disco, aquí el cambio se ha buscado con más ahínco. Consecuencia de este hecho es el cambio de productor: han salido de su zona de seguridad (Fredrik Nordström) y se han metido en una zona de riesgo. Ni más ni menos que Terry Date, el tipo que hizo de comadrona en álbumes tan emblemáticos como Cowboys From Hell, White Pony, Apple y Catch Without Arms. El sonido que les ha sacado es más propio de una banda de post-hardcore: han bajado el volumen y la estridencia de las guitarras (salvo en el single de adelanto, Shadow Moses), aumentado la textura y potencia de la caja (tranquilos, que esto no es St. Anger: han prescindido de cacerolas) y en general de toda la sección rítmica (hola, bajo). El bombo suena totalmente plano, muy metal, y pese a que es un hecho que me desasosiega en extremo, lo perdono: porque la mayor parte de los loops de batería tiran casi en exclusiva de caja, platos ¡y hasta timbales! Un aplauso para Matt Nichols, que en este disco mete fills realmente buenos desde la caja, y que cada vez domina más las técnicas de redoble. La voz oscila entre un primer y primerísimo primer plano. Otro hito: la entrada del teclista y multiinstrumentista Jordan Fish en la banda. El peso del teclista en las nuevas composiciones es enorme: ha dotado a cada corte de una atmósfera distinta, si bien tienen todas en común cierto halo de frialdad y melancolía. Destacables son esos pequeños remansos de paz que mete en los puentes, de cara al estribillo (Empire (Let Them Sing), y sobretodo en Sleepwalking). Último apunte: las influencias más evidentes de la banda para crear Sempiternal han sido Slipknot, Linkin Park y AFI. Antes de que salgáis corriendo (como para no), seguid leyendo por favor. Todo tiene su porqué y su sitio. De Slipknot tiene esos sintetizadores rítmicos que pueblan los temas (The House Of Wolves, Empire (Let Them Sing), Shadow Moses), a veces recordando a los golpes de barril de Shawn (Shadow Moses). De Linkin Park tiene las melodías cantadas y en general todo el nuevo registro rasgado de Oli Sykes. Y de AFI tiene las ambientaciones frías y heladas que sirven de perfecto colchón a sus melodías pop, como ya escuchamos en su Decemberunderground. Hecho estos pertinentes apuntes, desgranemos Sempiternal tema a tema:
Can You Feel My Heart sorprende porque consigue una muy lograda fusión entre el brostep y el sonido de There is a Hell… Y lo hace con más clase que Korn y Skrillex, por cierto. Épica y atmosférica desde el primer segundo. The House Of Wolves arranca con un inicio guitarrero descarnado, sin absolutamente ningún sintetizador ni efecto añadido. Las guitarras suenan rockeras, nada contundentes: y el trabajo en ellas sigue siendo impecable. El estribillo es tan melódico, épico y aderezado de electrónica como el del anterior tema. Es aquí donde el nuevo registro de Oli Sykes comienza a brillar. Las melodías que rasga son muy similares a las de Chester Benington de Linkin Park, y para más coña hay un guiño a la banda en la letra del estribillo (“[…]Is burning a thousand suns”). Con todo, este corte cuenta con uno de esos demoledores breakdowns marca de la casa: para que no les de un ataque a los nostálgicos. Empire (Let Them Sing), uno de los mejores temas del disco, pone en juego toda la potencia de la que es capaz la banda con su nuevo sonido. El estribillo es puro Linkin Park, llegando a pasar la barrera del homenaje y rozar la de la copia hacia al final del tema (“the wolves are at my door, but I can see the writing on the wall”). Nota: la imaginería de los lobos es muy recurrente en las letras de metalcore para simbolizar lo que se teme. Aquí se vuelve a usar por enésima vez… pero con mucho tino. Junto a los arreglos de cuerda le da un toque épico muy interesante al resultado final.
Llegamos al perfecto single: Sleepwalking. Estribillo pegajoso, muy pegajoso. Le sigue Go To Hell, For Heaven’s Sake, que es de los pocos temas de BMTH en los que el fraseo de la batería recurre a timbales. Momentazo el punteo heavy que se marca Lee Malia, que casa a la perfección con ese “when did the diamonds leave your bones?” de Oli. Tema sorprendente, porque aquí ya no hay traza ninguna de metalcore. Le sigue Shadow Moses, el único tema del disco en el que las guitarras están al mismo volumen que la batería. Coros hardcoretas, electrónica ambiental y, esta vez sí, metalcore. Coreable y muy redonda. Le sigue otra sorpresita: And The Snakes Starts To Sing. Un medio tiempo que en su estribillo recuerda a Deftones, tanto por el riff principal de guitarra como por los susurros sensuales del vocalista (este comentario traerá cola…). Uno de los temas del disco en el que queda patente que Oli Sykes ha mejorado mucho como letrista. Mención especial para los fills de la batería, que son todos de caja y le dan una vidilla al tema increíble. Seen It All Before: seguramente, el corte más flojo del disco. Recuerda a ese Decemberunderground ya mentado, y se salva por ese final tan desgarrado. Minipunto para BMTH: saben trabajarse las composiciones para que puedan reenganchar al oyente. Antivist es también de lo más mediocre del disco: parece su propia versión del The Heretic Anthem de sus adorados Slipknot. Lo único rescatable es el breakdown. Curiosamente, no tiene arreglo electrónico alguno (está claro quién está dando el valor añadido al disco, ¿no?). Y ahora llega el tramo final: la amarga Crooked Young, con ese inicio que recuerda a una acelerada It Never Ends, y el temazo del disco, Hospital For Souls. Un corte que comienza con una introducción hablada por Oli, en la que resume muy bien el concepto del álbum: cambiar se hace más difícil con la edad, y ello conlleva que estemos sempiternamente ligados a ciertos hábitos de nuestra vida. De ahí la portada del disco: la flor de la vida, aquella que refleja todos los aspectos de una existencia humana. En éste tema comprobamos de nuevo la madurez de Oli como letrista, y, por qué no decirlo, disfrutamos de uno de los mejores riffs que jamás ha parido la banda.
En conclusión, un álbum completamente equilibrado en el que no destaca ninguna composición sobre otra (y eso es bueno). Dos o tres temas bajan la media, pero no ensucian la experiencia. Puedes volver a él una y otra vez, que siempre podrás quedarte maravillado descubriendo algún detalle de la producción. Sempiternal ha sido publicado bajo el sello Sony Music, por lo que no os será complicado encontrarlo en El Corte Inglés. Así que si os gusta, ya sabéis:
Get off your screens, and onto the streets!
Autor: Jolocho, en nuestra iniciativa del Día del Espectador