Puede que sea presuntuoso pero cuando uno se sumerge en la música como oyente y fan de un estilo concreto no siempre resulta posible mantener el nivel de entusiasmo o interés a lo largo del tiempo. Es fácil pensar que ya no queda nada nuevo por descubrir (aunque siempre aparece algo que te rompe los esquemas), y basta escuchar los primeros compases de un álbum para deducir, con cierto márgen de fiabilidad, si lo que éste ofrece te va a gustar o va a pasar sin pena ni gloria. Y al final, incluso por encima de una colección de buenos temas capaces de acertar en nuestro blanco, las mayores impresiones vienen siempre de parte de propuestas como la que hoy traemos, una banda sobre la que es sencillamente imposible crearse opiniones fáciles, y que continúa desafiando a nuestra mente por muchas veces que le demos al play.
Chaos Echoes son un conjunto francés cuya propuesta engaña desde el primer momento puesto que tienen todos los elementos de las bandas de black y death que suelen llegar desde el sello norteamericano Nuclear War Now, pero lo que consiguen hacer con ellos les coloca en otro plano distinto al de sus compañeros de sello. Desde el mismo inicio de Transient resulta evidente que que la ambición de Chaos Echoes es romper desde dentro el molde de lo que debería ser el death metal. A tal fin, no tienen reparos en diluir las explosiones de metal extremo entre piezas, a veces extremadamente extensas, de pasajes oscuros y ambientales cargados de feedback y drones y un claro gusto por la improvisación. Lo que consiguen con ello, y de forma magistral, es administrar con cuentagotas la tensión que poco a poco van generando con esta amenazadora amalgama de death, doom y experimentación free-form. Y el resultado es que cuando esta tensión finalmente se libera, como ocurre en la pesadillesca Advent of my Genesis (pieza central y momento álgido del disco), el asalto sónico es tal que no podemos más que quedarnos totalmente paralizados.
Pero una vez nos sobreponemos al shock, comprobamos que esta vertiente experimentalista se derrama también sobre los momentos más metálicos del álbum, ya que, si bien es más convencional que su faceta ambiental y drone, el death metal de Chaos Echoes se siente minimalista y libre, construído en base a un núcleo de ideas repetidas hasta la hipnósis y donde las guitarras conceden espacio al resto de elementos (especialmente a las baterías pero también a sintetizadores y voces, ambos los cuales aparecen en momentos muy excepcionales) para rellenar los huecos. Esta libertad de formas es quizás el elemento más brillante de los que componen la fórmula de Chaos Echoes, y sin duda el que los separa del resto en un estilo tan poco dado a experimentar como es el death metal.
Y cuando, tras cerca de una hora, Transient afloja la garra que lenta pero inexorablemente ha ido cerrando alrededor de nuestro cuello (y lo hace de sopetón, sin tan siquiera un simple fade-out antes del silencio final), la sensación que permanece es la de desconcierto ante una propuesta ferozmente original y del todo inclasificable, que reduce el death metal a su mínima expresión y construye a base de experimentación sin compromisos una obra retorcida, multifacética e indudablemente oscura. Y aunque se le puede reprochar un cierto problema para mantener la atención del oyente durante intervalos más largos de lo deseable, Transient hace méritos para ser considerado uno de los ejercicios de tensión contenida y visión única más importantes que ha dado el metal en estos últimos años.