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Circle of Ouroborus – The «underwater» trilogy (II)

Si bien Eleven fingers supuso cierto reconocimiento en medios generalistas como Pitchfork, la historia de la banda no cambió demasiado de la noche a la mañana. Con esto quiero decir que han seguido sacando el mismo número inasumible de lanzamientos al año, y que lo siguen haciendo a través de la página personal de Rauta, Kuunpalvelus, y el sello finlandés Ahdistuksen Aihio Productions, siempre previo anuncio en los foros Nuclear War Now! y Forever Doomed. Las copias de sus cassettes y vinilos siguen siendo de tirada ultralimitada, y suelen desaparecer en las seis u ocho horas después de ser puestas a la venta. Somos pocos los seguidores de la banda, pero febriles.

Abrahadabra

Abrahadabra es un disco de canciones shoegaze, con una estructura más o menos sencilla y altamente disfrutable. El tempo de los temas es más acelerado que en su antecesor, lo cual choca con la denominación que le he dado de shoegaze. Pero me pasa como con el post-punk: no le encasqueto un tempo determinado al estilo, sólo cierta sensación de estar escuchando música lúgubre y, eso sí, tampoco demasiadas prisas a la hora de ejecutar las notas. Y por supuesto, ciertos antecedentes o referencias sonoras a bandas pioneras en el género. Quizás sorprenda su inmediatez, pero no hay nada por lo que alarmarse. Son muchas las facetas de la banda y muchas sus aproximaciones a su propia carrera. Por establecer dos polos que no suelen frecuentar pero que han frecuentado, tienen desde un álbum enteramente folk, Hiljaiset Sanat, hasta otro de black metal con gusto por la rabia y el lo-fi, la ya mentada triple demo Armon Keitaalla. Estos dos ejemplos no son gratuitos; escuchad lo bien que se entremezclan ambos estilos con algo de post-punk en «These days and years to kill«:

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Con una producción en la que se distinguen bien el muro de guitarras con trémolo, la guitarra melódica y bajo, no hay casi dificultad para pasárselo bien en una primera escucha. La batería, no tan en primer plano como en Eleven Fingers, interrumpe menos pero a la vez se deja escuchar más. De nuevo, sigue marcando fieramente el ritmo y los cambios de dinámicas. La duración de los temas está mucho más acotada que en su predecesor, y goza de un artwork que me atrevería a decir que es de lo mejor que he visto en mucho tiempo. Nunca dejaré de asombrarme como, siguiendo un mismo lenguaje sostenido, pueden decirme cosas tan diferentes dos discos de una misma banda. Son músicos de matices, estos Circle of Ouroborus.