Como ya apuntamos hace tiempo cuando los los británicos Royal Blood llegaban levantando mucho polvo con su debut, estamos asistiendo a un momento de auge en lo que al formato de banda compuesta únicamente por bajista y batería se refiere. Ligthing Bolt hace ya tiempo que nos volaron la boina, los suizos Fossils se han marcado un discazo frenético, y si miramos hacia dentro de nuestras fronteras, podemos citar a Codo como grupo a tener en cuenta. De cualquier forma, ninguna de estos dúos ha conseguido tocar tan alto como Death From Above 1979, una banda canadiense que hacía una década nos sacudía con el fantástico You’re A Woman, I’m A Machine y al poco tiempo se disolvía.
Vamos a bailar hasta desgastar la suela de las zapatillas
Si las expectativas estaban altas, The Physical World las ha satisfecho con creces. Desde el minuto uno Jesse Keller y Sebastien Grainger nos inducen en efervescente mundo de distorsiones y ritmos directos fusionados con espíritu pop que invitan a bailar y a gastar zapatilla. Por fin tiene sentido la etiqueta dance-punk. Cualquier tema podría convertirse en un himno para espíritus jóvenes, tocando temas letrísticos como el sexo, la pérdida de la inocencia y especialmente, la dictadura digital que nos arranca poco a poco del mundo físico al que hace referencia el título. Por poner un ejemplo, en el tema Always On critican esta permanente dependencia con las redes sociales, fantaseando con un Kurt Cobain que, en caso de resucitar, volvería a su tumba al primer contacto con Facebook.
El hype que no se desinfla
Con estos 11 imprescindibles temas de entre 2 a 3 minutos que no bajan ni un momento el listón —¿qué decir de la matadora tanda central?— Death From Above 1979 despachan más ideas, potencia y elegancia que discográficas enteras de grupos de rock alternativo más exitosos. Si había alguna razón para dudar, ha quedado confirmado el grupo no ha perdido ni una pizca del toque trallero y ganador de su primer disco sin necesidad de recurrir ni una sola vez a los estribillos prefabricados ni a los ingredientes edulcorados, consiguiendo una frescura pocas veces alcanzada en el ámbito del rock y el punk.