Como proyecto en solitario, y a la temprana edad de 19 años, John McCauely creó Deer Tick y se puso a patear buena parte de la geografía de los EEUU, buscando con sus directos un hueco entre la abigarrada escena de country alternativo. Años más tarde, tras dos LP y una formación más estable —que incluye al guitarrista Ian O’Neil, ex-Titus Andronicus—, sacan a la luz The Black Dirt Sessions, un trabajo más maduro en el que parecen desencorsetarse de su folk alternativo, y sorprender, ante todo, por sus grandes canciones.
Aunque Choir of Angels y Twenty Miles abran con un tono bastante animado, la balanza se decantará más por el lado sombrío y dramático. A solas con el piano en Goodbye Dear Friend, McCaley consigue una excelente pieza depresiva. Su fuerte y rasgada voz supone un pilar básico del grupo, como demuestra en Piece by Piece and Frame by Frame, un tema oscuro que contrasta con su onomatopéyico estribillo.
Puede que los puntos débiles del disco radiquen en detalles, como los prescindibles coros femeninos en The Sad Sun. Pero otros temas darán la vuelta a moneda, como Mange, que vuelve a recurrir al country alternativo con un sofisticado trabajo de platos que se encaja perfectamente con el acelerado desenlace rocknrolero.
La recta final es realmente sobresaliente. En clave de falsete aparece Hand In My Hand y su depresivo estribillo donde McCaley nos recuerda que «everyone is alone in this world». Uno de los mejores cortes es I Will Be Not Myself, por su capacidad de mantener una gustosa tensión, gracias en parte a un acertado uso de los teclados. Con Blood Moon y su exquisita línea de bajo Deer Tick confirman que saben crear atmósfera y a la vez conseguir buenas melodías. Llegaremos así al tema final, Christ Jesus, desbordante de pasión, y ejecutada en piano y cuerda, con McCauley llamando a emotivas fuerzas existenciales que afectarán por igual a las emociones de creyentes y no creyentes.
Un disco claramente infravalorado por la crítica, que nos demuestra que el folk alternativo americano no tiene porqué recurrir a sonidos trillados y aburridos, que puede seguir sorprendiendo, siempre y cuando se escriban canciones con la calidad y el sentimiento que imprimen los de Providence.
Choir of Angels Twenty Miles Goodbye, Dear Friend Piece By Piece, Frame By Frame Sad Sun Mange When She Comes Home Hand In My Hand I Will Not Be Myself Blood Moon Christ Jesus