SuicideByStar

Devotchka – 100 Lovers (2011)

Para los que no los conozcáis —como me pasaba a mi no hace mucho— Devotchka son un cuarteto de multinstrumentistas bastante experimentado —100 Lovers suma su noveno trabajo—, que nació en los circuitos más underground, entre las bambalinas de los espectáculos de burlesque de Denver, y que han ido ganando reconocimiento progresivamente, especialmente a partir de su trabajo para la banda sonora de Little Miss Sunshine.

Devotchka tienen un sonido que podríamos calificar como un mestizaje entre inde-rock y música étnica, con un enfoque muy orquestal, semejante a la propuesta de Arcade Fire, pero en el que entran en juego instrumentos muy propios de la música gitana y de Europa del Este, por lo que podemos considerarlos más cercanos de otros artistas, como Beirut.

The Alley hace que nos sumerjamos de lleno en su ambiciosa atmósfera de película de blanco y negro, con unas melodías de violines que sacan brillo a la belleza del drama, para después subir el ritmo con All The Sand In All The Sea sin renunciar a perder emotividad. Nick Urata destaca cantando por su estilo dramático, de hombre de la calle, que sabe conjugar a la perfección con cambios más afables, como ocurre con la primaveral One Hundred Other Lovers. En esta primera parte destaca también The Common God, todo un crisol de sonidos arraigados en Medio Oriente, que fluyen sin grietas alcanzando un punto álgido magistral.

The Man from San Sebastian destaca por su toque más seductor y nocturno. La melodía silbada de Exhaustible nos confirma el diseño cinematográfico del disco, que parece jugar sin miramientos con nuestras emociones.

La última parte del disco —dos interludios parecen dividirlo en tres etapas— tiene un sabor latino descarado. Las trompetas de Bad Lucks Heels saben a chili y tacos, Ruthless nos invita a un baile agarrado apostando por el descaro del tango, mientras que Contrabanda parece querer honrar a los ritmos más caribeños. La instrumental Sunshine cierra el disco recurriendo a un maridaje de los estados más tribales de la música con gráciles violines.

Hondo me ha calado este disco. Una obra cosmopolita y multicultural, completamente arrebatadora, que parece hacer creer que escuchas una orquesta, cuando en realidad son cuatro artistas que no tienen límites ni fronteras en la manera en la que expresan su música.