Considerándome alguien con medio pie musical todavía hundido en los 90 es doloroso mucho tiempo después haya descubierto grupos que en su momento me pasaron totalmente desapercibidos, ya fuera por una ignominia personal o bien haber quedado fuera de los circuitos de difusión que elevaron el grunge a fenómeno mundial.
Dinosaur Jr. estuvieron ahí mucho antes que todo eso, haciendo de su mezcla de rock, hardcore y pop un sello completamente personal, pero no fue hasta su reunión, con el magnífico Beyond, cuando comenzó mi próspero matrimonio con ellos. Es por ello que, si bien reconozco que I Bet On Sky no ha podido superar a Beyond, ni a su antecesor Farm, yo siga enamorado de su personalidad. La alquimia entre la nostálgica voz de J Mascis, la calidez del fuzz de su guitarra y virtuosidad en los solos, la abrasiva maestría de Lou Barlow al bajo y Murph en su incansable labor a la batería, parecen que estuvieran hechas la una para la otra. El resultado es siempre confortable: Dinosaur Jr. huelen a casa como las croquetas de tu madre.
La añoranza o la melancolía siguen siendo conceptos que siguen siendo válidos para identificar a Dinosaur Jr., aunque I Bet On Sky resalta un enfoque menos apesadumbrado o denso, quizás más parejo a otros discos de su época ochentera como Where You Been. Los solos de guitarra siguen siendo una pieza clave de su composición, pero protagonizan menos momentos, prefiriendo J Mascis dar rienda suelta a un estilo más afable y funky como desprende Almost Fare, cálido como una tarde de surf en la playa, o bien el rockanrolero I Know It So Well, donde Mascis maneja el wah wah como otra prolongación de su cuerpo.
Aunque Dinosaur Jr. siempre ha sabido mostrarse dramáticos sin necesidad de adornar su power-trio con otros arreglos orquestales, tanto en Don’t Pretend You Didn’t Know como en el tremendo single Watch The Corners nos encontramos unos teclados que su faceta de cordialidad. Existen otros temas con gran personalidad propia, como por ejemplo Rode —con un claro regusto a terrenos más alt-country—, Pierce The Morning Star —con un carismático riff—, y otros de esos temas tristes que consiguen dejarnos las ojeras a nivel de las rodillas como I Stick A Toe In o What Was That.
Aunque no será su mejor disco, es impresionante que 27 años después este grupo siga en un altísimo estado de forma y reivindicando como nunca la contemporaneidad de su música.