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Doominical #045: Helado sabor metalcore

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High On Fire – Electric Messiah

Mike Pike comenta que cuando Lemmy Kilmister estaba en vida, a menudo le comparaban con él. Si bien él mismo confiesa que nunca podría llenar ese vacío, Electric Messiah es su tributo al maestro, y no decepciona. El disco es un tratado de hijoputez sónica y mala baba, con algunos de los temas más rápidos jamás compuestos por High On Fire, véanse los vertiginosos fraseos y solos en el thrasher Freebooter o el zapatillesco Spewn of the Earth. Aún así tenemos momentos de lento gigantismo, colosales piezas como el sludge en formato progresivo de Steps of the Ziggurat/House of Enlil o el sublime viaje al clímax final de Drowning Dog. Si buscáis algo realmente heavy, éste es vuestro disco.

Coheed and Cambria – Vaxis – Act I: The Unheavenly Creatures

El regreso al hilo conceptual de Armory Wars coge a la banda en un momento muy maduro en su sonido pero a la vez con claras muestras de no querer repetirse. Esto es extraño, porque el grupo no busca vueltas de tuerca con un sonido más progresivo ni más elaborado, si no todo lo contrario, con nuevas ideas en su faceta más rockera, emo y poppie. ¿Qué tiene de bueno? Que nos surgen himnos inmediatos como Unheavenly Creatures o The Gutter, seguidos de temas muy competentes como el emo True Ugly o la balada final Lucky Stars. ¿Qué tiene de malo? Que la lead-guitar de Travis Stever y el bajo tienen menos protagonismo que nunca y especialmente que, llegados a la segunda mitad, la inspiración no alcanza y aparece el relleno.

Pinegrove – Skylight

Desde finales de 2017 Skylight había estado guardado en la nevera, como consecuencia del hiato de la banda debido a las acusaciones de acoso sexual a Evan Stephens, las cuales ya han quedado bastante esclarecidas. El tercer LP de la banda de New Jersey parece sobrepasar la pequeña etiqueta de emo-folk para abrirse a un territorio común de raíces y sentimiento. Los temas se debaten entre la tristeza —a veces nos trae al recuerdo el country alternativo del malogrado Jason Molina— y una moderada jovialidad —Darkness quiere casi hacernos bailar hablando de la depresión— con letras que tienen mucho que cortar. Segundo aspecto fundamental es su cuidado sonido: mimado y acústico, completamente fiel a esas viejas producciones donde los instrumentos respiran y los detalles están a la vista.

Tim Hecker – Konoyo

Para su anterior disco, Love Streams, Tim Hecker confrontaba la música de cámara con el autotune, y en Konoyo el compositor pone la vista en el bugaku: música tradicional japonesa que se interpretaba en la corte imperial. Hecker integra el tono grandilocuente y los instrumentos de este género con su habitual mezcla de drone, electrónica y música clásica moderna, dando como resultado el que posiblemente sea su disco más accesible y orgánico, menos preocupado en acumular capas y más en integrar sonidos. Otra obra maestra del ambient en la que perderse buscando detalles y en la que Tim Hecker demuestra que está a otro nivel.

 

Nadja – Sonnborner

Nadja es una de las bandas más icónicas del drone, catapultados por unos años en los que la frecuencia y la calidad de sus lanzamientos eran difícilmente procesable. Con el tiempo se han relajado y parecen haber pasado a segundo plano, pero su mojo a la hora de crear ambientes tan densos como etéreos sigue intacto. El primer tema de su nuevo trabajo, Sonnborner, es un buen ejemplo de ello: 30 minutazos de drone que no para de evolucionar lentamente, con la presencia de unos violines que dan un toque preciosista. Otra historia son los siguientes 4 temas, donde la banda dan un sorprendente viraje hacia el metal extremo que rompen el ensueño que tanto les ha costado tejer. Esperemos que este último tramo sea más un experimento que una declaración de intenciones.

 

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