El esperado momento llegó, y solo tras conseguir los fondos necesarios en la plataforma de crowdfunding Pledge Music, Earthtone9 consiguió producir y autoeditar IV, su primer larga duración desde el magnánimo arc’tan’gent editado 13 años atrás, una barrera temporal, que si bien se ve acortada por dos EP’s en 2002 y 2011, era demasiado larga y demasiado neblinosa para pronosticar los resultados.
Hace trece años rompieron moldes, ¿ahora qué?
Ya hablamos de que Earthtone9 fueron unos adelantados a su tiempo, pero en la actualidad, con todos los géneros vanguardistas rebasándonos por izquierda y derecha, los británicos solo podrían haber optado a conseguir el éxito de dos formas: volver a desafiar a las convenciones y sacarse de la manga la magia, o volver a encontrarse a sí mismos, volver a pisar la casilla de partida. Cautos y sensatos, la opción escogida fue la última.
Primer paso para volver a levantarse: ser tú mismo
Definir el estilo de IV es difícil. Si bien podríamos trazar paralelismos en cuanto a arc’tan’gent con respecto al equilibrio de la dureza y la melodía, el enfoque de la mayoría de los temas tienen un planeamiento más tradicional en cuanto a la construcción de estrofas, estribillos y puentes. Por otro lado se encuentra en las antípodas de la suavidad y las texturas de Omega, y los primeros temas como March Of The Yeti o Preacher sientan nuevas bases de rotundidad, estableciendo mayor afinidad con el hardcore. Estos temas son un comienzo de disco sobresaliente. Están sus tradicionales estribillos y grandes riffs pero también se aprecia un aire renovado. No estamos en el año 2000 y los vientos que llegan no pueden evitar contaminarse del devenir del metal de los nuevos tiempos.
Sea of Blades es uno de mis temas preferidos, rápido, potente, con inesperados remates en las baquetas, que crece y crece hasta un puente colosal y el estribillo final de rigor.
Hay materia prima y ganas pero las musas no nos visitan todos los días
Lamentablemente, el nivel del disco sufre un valle a mitad, y es incapaz de equiparar a su predecesor. Anderson, dirigida por la espiral hipnótica del bajo parece algo inofensiva, y God Cloud, que vuelve a mostrar el músculo del hardcore, pero sin ese plus del crack. Es patente que el grupo tiene un talento innato pero como siempre la inspiración es un factor diferencial.
Our Last Sunrise y The Sound of the Engine Turning tienen los momentos más memorables del ocaso del disco, pero aún así sigo ansiando estructuras más densas y progresivas que solo aparecen en el tema final Occam’s Razor.
Aunque no podremos presumir de disco del año, las expectativas mínimas para un “grupo perdido” se han cumplido. Earthtone9 no fueron un espejismo del pasado, el fantasma de un héroe al que abueletes nu-metaleros como yo idolatraban en su día: con IV han demostrando que siguen estando por encima de la media.