Esoteric son una banda pionera desde hace casi veinte años de los sonidos más densos y abrasivos. Los británicos practican actualmente un funeral doom que en ocasiones alcanza la saturación psicodélica propia del drone y que no hace ascos a la agresividad de géneros como el black metal o el death metal (ellos se definen con la acertada etiqueta de doom experimental).
En su último disco hasta la fecha, The Maniacal Vale, llevan su extema propuesta aún más allá, dando una ligera vuelta de tuerca a su sonido al añadir incluso algunos elementos más progresivos en los interludios, cambios de ritmo poco frecuentes en el género y algún ruidoso final más propio del drone, todo ello sin perder ni sus señas de identidad ni un ápice de monolitismo. A lo largo de la hora y cuarenta minutos que dura este album dividido en dos discos, Esoteric hacen gala de una originalidad sin precedentes: cada tema es completamente necesario y aporta algo al conjunto, desde la introducción y el posterior caotismo de Circle pasando por los cambios de ritmo presentes en Beneath This Face; la furibunda Caucus of Mind, que poco a poco se disuelve y realentiza o el apoteósico final de la ambiental Ignotum Per Ignotus, por citar solo tres de los siete temas que lo componen. Y es que pese a tener solo siete temas de los cuales seis sobrepasan los diez minutos, en ningún momento caen en la repetición de esquemas o en los tópicos. La sección vocal se apoya en unas trabajadas letras que gracias a la variedad de registros de Greg Chandler (que van desde los guturales más graves a las voces más demenciales y rasgadas propias del black metal) dota al disco de una variedad nada común en un estilo en principio tan repetitivo como es el funeral doom. Y es que debido a la multitud de elementos y capas (en parte por la utilización de tres guitarras tanto en estudio como en directo) cada escucha revela más detalles y texturas, algo que no había encontrado en un disco de estas características hasta ahora.
En definitiva, The Maniacal Vale se presenta como una obra demencial y retorcida, implacablemente depresiva y que invita al oyente a sumergirse en la atmósfera viciada que se esconde tras una estupenda portada obra de Kati Astraeir (http://katiastraeir.com/). Excepcionales sin duda.