Cuando Faith No More se reunieron hace unos años para tocar en directo lo primero que respondían cuando eran preguntados por un nuevo trabajo era que no iban a sacar nada que no estuviese completamente justificado a nivel de calidad, que estaban hartos de ver reuniones que tiraban por tierra carreras enteras con discos horribles. Es así que Sol Invictus, aunque lejos de tener que demostrar las capacidades y talento de la banda, era un trabajo muy anticipado, mesiánico casi para aquellos que añoramos el metal alternativo de los 90-00, género al que Faith No More aportó indudablemente gran parte de su genética.
Oscuridad, recuerdos a Tomahawk y la falta del toque mágico
Dieciocho años de hiato discográfico es demasiado tiempo para ver una lógica en la tendencia evolutiva del grupo —más si cabe cuando en ese tiempo Mike Patton ha dado vida y muerte a decenas de proyectos, no tanto como otros de sus compañeros, cierto— pero aún así en Sol Invictus se adivina una cierta coherencia evolutiva con Album of The Year. Más rock, menos barroquismo, a veces da la sensación que estamos ante unos Tomahawk venidos a más. Nos encontramos con un disco en general oscuro y árido, lo que puede suponer un punto a favor y un acercamiento a las coordenadas de Angel Dust, pero que tristemente no acaba dando más de sí por mucho que busquemos entre líneas. Visto el nivel del del disco, estaríamos dando palmas con las orejas si fuese otro grupo, pero recordad de quién estamos hablando. Faltan temas redondos, grandilocuentes, más ambición. ¿Os imagináis ese plus en temas como el tenebroso Separation Anxiety?
Añorando a Roddy Bottum
No encontraremos los grandes estribillos de antaño, los desarrollos, como Superhero —justificado primer single del disco— se dejan llevar por derroteros progresivos y customizados. Sunny Side Up nos sorprende combinando el clásico estilo crooner drogota de Patton con ramalazos melódicos, su puntito histérico y todo ello asentado en el confortable sonido clásico del grupo. Hasta ahí todo bien, pero a partir de entonces caemos en la cuenta de que a veces faltan ideas, y de que el teclista Roddy Bottum, uno de los cerebros del grupo, aunque a ratos trabaja desde la sutilidad —como en los agitanados teclados de Rise of the Fall—, se encuentra demasiado ausente. De la última mitad rescataría el desenlace guitarrístico de Motherfucker. Matador cumple pero sin convertirse en el tema épico que se le espera y From The Dead se limita a agitar el pañuelo tristemente desde el otro lado del puerto, viendo al barco alejarse.
Beber, beber y no colmar la sed
Uno termina Sol Invictus más caliente que el cenicero de un bingo y con el resquemor de no haber llegado al clímax, pero sobre todo, la sensación que persiste es que el trayecto se ha hecho corto, demasiado corto para una regreso tras tantos años —aunque el grupo reserva un tema adicional para la edición japonesa, ojo al ranciofact—. Tirando de galones Faith No More se han cascado un disco que pondría en el radar a cualquier banda de rock alternativo pero que si lo encuadramos con respecto a su discografía quedaría un peldaño más debajo de Album of the Year, disco notable, pero aún así el más flojo de su carrera de la era Patton.