Fleet Foxes – Helplessness Blues (2011)

Con un torrente de parabienes y una retahíla de evocaciones presenté en su día el primer LP de Fleet Foxes, un grupo de Seattle que con un precioso y personalísimo indie-folk había llamado la atención de medios y público, recibiendo una aclamación realmente notoria.

Helplessness Blues guarda la quintaesencia de Fleet Foxes, ese halo de música tradicional, apegada al mundo rural, sosegada como el paso de las estaciones, que sabe cautivar a base de una instrumentación muy sencilla y melodías vocales entonadas por voces limpias y francas, que revelan un gran dominio de la música coral y la polifonía barroca.

Temas como Battery Kinzie o Montezuma —en el que ya los coros tejen un tapiz melódico sobre el que destaca la sensacional voz de Robin Pecknold— nos confirman que Fleet Foxes mantienen su mágico y tradicional estilo. Con los gozosos violines de Bedouin Dress nos acercaremos a una vertiente más folk-country, mientras que con The Plains / Bitter Dancer y sus perfectos acompañamientos de flauta disfrutaremos su cara más añeja y melancólica.

El disco consta de dos cortes instrumentales bastante destacables: Sim Sala Bim, con una guitarra clásica haciendo dibujos, y los cadenciosos arpegios en The Cascades; pero quizás mis canciones preferidas son la propia Helplessness Blues —donde la guitarra lleva en volandas a las voces, y a mitad de la canción se produce una rotura rítmica magistral—, y Lorelai, con una increíble apertura, donde las voces van apareciendo, girando a distintos tonos, y saliendo. Un detalle técnico de chapeau.

The Shrine/An Argument da un punto de discordancia, progresión y experimentación con un saxo descarriado. Tras la sencilla Someone You’d Admire, cuando crees que la delicada Blue Spotted Tail va a echar el cierre, el disco finaliza con una canción con energía como Grown Ocean.

Fleet Foxes nos vuelven a dejar un disco de una belleza inconmensurable, que guardando el sabor del anterior trabajo, aporta nuevas ideas y vuelve a emocionar, con una técnica impecable (porque técnica no sólo es saber tocar rápido) que se manifiesta en los detalles que encontraremos a cada escucha.