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Foo Fighters – Sonic Highways (2014)

Hay que asumirlo. Foo Fighters es día de hoy el grupo de rock más exitoso —en términos de popularidad— sobre la faz del planeta, lo que conlleva arrastrar una innumerable cantidad de filias y fobias por parte del público, amores y odios que por otro lado tampoco dejan de segmentarse en función de si hablamos de oyentes más generalistas y amantes del rock más alternativo. Intentaré ser todo lo objetivo posible desde lo imposible.

Si bien ningún grupo a esas alturas es capaz de contentar a ambos extremos, hay que agradecer a Dave Grohl que siempre haya tratado de acortar las distancias entre el rock de estadio y los géneros más underground. Nunca ha ocultado sus tempranas influencias por el hardcore o el metal más mugriento de los 80 (muestra de ello es su proyecto Probot), pero tampoco por el rock más puro y tradicional, desde Queen hasta Seasick Steve. Por no hablar de lo que algunos pensaron que sería su eterno estigma: haber sido el batería del grupo más mediático de los 90. Nada más lejos.

El objetivo era el documental de TV, el disco solo una excusa

No sabemos si movido si con esta reinvidicación, pero sí de forma clara por su pasión por la música, Dave Grohl —que es lo mismo que hablar de Foo Fighters— volvía este año con un proyecto bastante ambicioso: realizar una serie para TV que se centrase en el mundo de los estudios de grabación y en las escenas locales de las ciudades donde se ubicaban dichos estudios. Ocho ciudades para ocho capítulos que a su vez estarían ligados a ocho canciones del álbum. Todo ello con Butch Vig como denominador común a la producción, y diversos músicos invitados en cada tema.

El resultado, sin ser nada para rasgarse las vestiduras, ha sido más decepcionante de lo esperado solo utilizando la carta de la comparación con su anterior referencia, Wasting Light. No era ninguna sorpresa que Foo Fighters continuarían trabajando en la senda del hard-rock —proceso que arrancara con Echoes, Silence, Patiente And Grace —pero tampoco esperaba que todo quedase constreñido en unos cánones tan AOR que no permitirían llamar la atención en el marco de cualquier bar de carretera americano.

Si vas a volver con un proyecto ambicioso, que al menos haya inspiración

El grupo ya no necesita labrarse un brillante surtido de canciones para triunfar en directo pero pocos hits claros pueden extraerse de Sonic Highways. Something From Nothing sale ganadora a base de fuerza con el inesperado aliño de teclados funk, Feast And The Famine nos retrotrae de a los inicios del grupo pero su frescura se desinfla rápidamente; y Congregation, el tema con las mejores melodías y líneas de guitarras. A partir de ahí el bostezo, la mediocridad y la muestra del peor estadío de inspiración del grupo. Grooves rockeros sacados de bibliotecas de clichés como What Did I Do/ God As My Witness que recuerdan a Bon Jovi, y Outside, un tema con algo de reciclaje simplemente aceptable. El tostón queda rematado por In The Clear, un tema de piloto automático, la balada descafeinada Subterranean y I Am A River, que trata de tirar de épica final pero con unos elementos pobres y demasiado repetitivos.

Como experimento televisivo y homenaje a las escenas musicales puedo entender que lo que haya movido a Grohl a trabajar en Sonic Highways, pero en lo que respecta a su contenido es marca blanca y gancho para devoradores de rock con paladar poco fino. Todo desprende una tibieza propia de un grupo apoltronado cuyo objetivo es conservar el status empleando la menor energía posible.