No he parado de darle vueltas, ¿iba con demasiadas expectativas? ¿hubo una parte del setlist que no me cuajó? ¿me gusta cada vez menos el rock de grandes estadios? No lo tengo claro, pero el caso es que no puedo evitar un cierto sabor agridulce ante el paso de Foo Fighters por Madrid, después de 10 años sin pisar estos lares. Una sensación de no haberme calentado del todo, de tocarme el corazón hasta el fondo y otros ratos quedarme frío y aburrido.
Iré por partes desgranando las claves, antes de que alguien me salte con las garras por delante señalándome de fan traidor y renegado, porque no faltará la gente que hable del concierto como el acto de rock más arrollador y brutal al que hayan asistido, y en parte lo puedo comprender. Las casi tres horazas de concierto fueron algo para enmarcar, un hecho que no podía ser menos ante la salvaje actitud de Grohl como frontman, cantante y guitarrista.
No se puede negar que Dave Grohl no tenga carisma. Conecta con la gente y tiene el brillo de los ganadores. De hecho, si no fuera músico podría dedicarse perfectamente a actor cómico. Reconozcámoslo. Es un tío molón, honesto, cercano. El clásico tipo al que no tienes problemas en imaginártelo en las facetas más llanas de la vida. Pero eso no le serviría de nada si no diera un 100% en los conciertos, como así ocurrió. Continuos headbangings, idas y venidas por el escenario, riffs destructores y sobre todo una forma de cantar apabullante merecen un buen reconocimiento. Y a su lado una banda realmente sólida, con un Pat Smear que a sus 52 años sigue mantenimiento su divertida forma de tocar, Nate Mendel al bajo —una auténtica garantía de éxito—, Rami Jaffee engordando el sonido al teclado, Chris Shiflett que aunque de forma algo tímida tuvo momentos de protagonismo a las 6 cuerdas, y sobre todo la figura de Taylor Hawkings a las baquetas, capaz de llevar también los coros y al que considero que se encuentra más tapado de lo que merece.
El concierto arrancó con los dos primeros temas de su último disco Wasting Light, seguido de The Pretender, sin respiro, con muchísima energía y un sonido decente. El Palacio de los Deportes es tradicionalmente un recinto en el que se disfruta de buena acústica, y la conseguida el otro día no puedo recordarla como una de las mejores en lo que a mi experiencia en el coliseo recuerde. Si bien puede tener algo que ver mi posición algo escorada fue toda una decepción la falta de presencia de la guitarra solita, que evidentemente se hizo mucho más patente en los solos.
Con la llegada de los clásicos como My Hero, Monkey Wrench, Learn To Fly, y las abrasivas guitarras de White Limo me calenté a 200ºC, pero con el transcurso de la noche empecé a encontrar otro de los puntos negativos: excesivos parones y modificaciones en las canciones con las que no conecté, como fue el final de My Hero. Ni los duelos de punteos entre Chris y Dave pudieron rescatarme del tedio de sus temas más AOR. Algunas veces parece que Foo Fighters quiere rescatar el halo grandilocuente del rock clásico —escuchamos tres versiones, una de Mose Allison, otra de Queen y otra de Seasick Steve— y personalmente no les pido nada de eso, porque creo que tampoco es su punto fuerte. Temas como Long Road To Ruin, Wheels, Let It Die, o incluso Skins and Bones —para las que se escucharon algunos silbidos cuando un acordeón saltó a la palestra— compuesta para ser interpretadas en grandes recintos, me aburrieron bastante. Preferí sin lugar a dudas los temas de su tercer disco como Generator o Stacked Actors, ésta última sonando realmente brutal.
Pero ya sabíamos que Foo Fighters se guardaba un as en la manga y la recta final me levantó el concierto. Best of You, que tiene sello ya de clásico atemporal del rock, coreada al unísono por 15.000 personas nos infló los corazones de energías positivas. All My Life acabó destrozándome el cuello (como así esperaba que lo hiciera). Times Like These, la infalible This This Is Call — único tema de su primer disco—, y sobre todo la sobrecogedora Everlong supieron culminar mi extenuación con buen sabor de boca.
¡Ah, Foo Fighters! Nos disteis un concierto con un derroche de pasión y fuerza sin igual —os admiro y os respeto por ello—, pero contradictoriamente no consiguistéis que echara las alas y me perdiera en el tiempo como así esperaba. Espero que en otro momento podáis darme la vuelta a la tortilla.
PD: No puedo comentar nada de los teloneros Dinero y The Gaslight Anthem porque diversas razones me impidieron estar presente.
Fotos patrocinadas por: Eva