God Is An Astronaut – Origins (2013)

GIAA-Origins

Los irlandeses God Is An Astronaut ya nos advirtieron con bastante tiempo de antelación de los cambios acometidos para su séptimo disco. El grupo se presenta ahora como un quinteto en el que entran a a formar parte Gazz Carr (guitarra) y Jamie Dean (piano), sin contar otra importante figura a la sombra, Pat O’Donnell. Además de colaborar en guitarras y teclados, el miembro fundador de The Fountainhead se ha perfilado como vocalista en la mitad de los temas (otra de las novedades) y por si fuera poco, co-compositor del disco.

Una renovación del sonido para unos caracoles de la evolución

Criticados de forma continuada por el hermetismo de su propuesta musical, God Is An Astronaut parece que han dado en este disco un pasito coherente en su evolución musical ahondando en todas direcciones hacia terrenos con los que anteriormente solo coqueteaban. Aunque tenemos canciones que suenan muy familiares a lo que el grupo nos dejó con sus primeros discos, como The Last March o Signal Rays, temas de post-rock atmosférico pero bastante movidos (casi bailables), con la batería conduciendo a buen ritmo la locomotora, hay sensaciones nuevas, como los riffs de guitarra que conducen Calistoga, o cuando utilizan desarrollos cortos o elementos más electro/pop, lo que no termina siempre cuajando. Por el contrario es en su zona de confort donde aparecen los mejores resultados, como en Spiral Code, un tema de clásico sonido GIAA pero con lavado de cara gracias a una buena dosis de ritmos electrónicos marchosos. La variedad se acrecenta con temas más introspectivos como Autumn Song, o Red Moon Lagoon, que aparece como el mayor acervo de agresividad en el disco.

Las voces: nada nuevo bajo el sol

La inclusión de voces fue una novedad falsa. El grupo ya las había utilizado en anteriores trabajos, el quid está en que ahora no están tan camufladas e incluso tienen letra. El resultado es discutible. Aunque en su mayor parte son meros acompañamientos modulados por discretos vocoders, hay momentos en los que éstas no aportan nada (Reverse World) y dan un inncesario tono robótico, como sucede en el flojo Exit Dream. Por el contrario ganan cuando se perfilan como realce a la línea melódica como sucede en Strange Steps, donde aparecen esas percusiones étnicas tan características de sus últimos discos.

Heterogéneo, para bien y para mal

A pesar de que el esfuerzo por la evolución es digno de elogiar, el resultado del disco queda irregular, a veces demasiado inofensivo, más teniendo en cuenta que sus anteriores discos habían mantenido unos niveles, que si bien no muy altos, sí bastante sólidos en general. GIAA han conseguido un sonido coherente con todo lo experimentado en su carrera, ofreciéndonos un disco muy entretenido ante la gran variedad de dinámicas —tanto dentro de las canciones como del álbum—, pero que se tambalea en la conjugación de todos los nuevos elementos mostrados.

Nota: 5.5

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