Godflesh – A World Lit Only By Fire (2014)

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El autor de esta entrada es ni más ni menos que el infame sehnsucht, quien hoy nos visita en el blog dentro de nuestra iniciativa «Dia del Espectador».

Amainada la tormenta de alabanzas generada tras la vuelta a los estudios de la pareja de Birmingham, y con la perspectiva que nos da un trimestre largo desde que fuese editado A World Lit Only By Fire, nos disponemos a escudriñar uno de los documentos más esperados desde que en 2010 Godflesh regresase a los escenarios.

Muy probablemente tanto al parroquiano medio como al lector que por accidente desembocó en esta reseña le sobre a estas alturas un resumen de la obra y milagros de tito Justins & Co. No obstante, para que no os rasguéis las vestiduras con esta crítica ni la puntuación final de un álbum que ha sido bastante aplaudido en líneas generales, necesitamos considerar la vara de medir a Godflesh como los estandartes del género. No son los chavales que trapichean para pagar el bajo de tu edificio. Se ha de considerar lo que proyectan desde el prisma de su bagaje, su discografía, proyectos e inquietudes paralelas.

AWLOBF es una hora escasa de martillo pilón, alquitranado humeante y tracción tipo oruga. Los tiempos y la tecnología avanzan, y aunque la esencia de rabia y desesperación ante un mundo decadente permanece tan pvre como en Streetcleaner o Pure, lo primero que canta al oído es que a esta máquina le han limado las aristas. El ritmo lo sigue llevando un secuenciador, GC Green sigue machacando el bajo cuan remachadora machaca buterola, pero hasta los agónicos acoples de guitarra marca de la casa gozan de una cobertura «atercioApplelada», nada que ver con las producciones a las que nos tenían acostumbrados hasta Hymns.

En un ejercicio de autocomplacencia podríamos limitarnos a dar por bueno un disco que entretiene, no tiene demasiados rellenos o intragables, exuda Godflesh hasta de canto, pero que también supone el mayor despliegue de catenaccio de su carrera. Un 4-5-1. El 1-0. Ganar por la mínima y sin arriesgar. Amarrategui Blues. Jugador de chica, perdedor de Mus.

Cierto. En parte era el disco que podía esperarse tras cuatro años de setlists que giraban en torno a sus primeros tres álbums, salpicados con algún tema de cuando aún eran Fall of Because y la casi siempre obligatoria Crush My Soul. Quizá ese ninguneo hacia Songs of Love and Hate, Messiah o Hymns alimente mi reticencia hacia el disco. Existía una evolución hasta 2001, a veces el experimento se iba demasiado de madre y había que desandar el camino, como hicieran tras Us & Them, pero con trabajo como éste considero que Godflesh han prescindido de todo lo que aprendieron en los últimos 20 años.