Graveyard han sorprendido este año con uno de los discos de Blues Rock más brillantes que he oído en mucho tiempo. Destacando en la oleada de bandas nórdicas que han surgido en los últimos tiempos influenciadas por el rock clásico, estos suecos han superado con creces las expectativas que podían tenerse tras un primer disco que no era malo ni mucho menos, pero que no sorprendía demasiado.
El álbum, de raíces profundas en la música americana, suma elementos del Blues, el Rock de los 70 y algo de psicodelia, dando lugar a un trabajo con matices de todo tipo. Baladas y voces melódicas combinadas a la perfección con otros temas más potentes en una especie de alternancia «calma-intensidad». En ese aspecto es un trabajo impecable ya que en ningun momento cansa y que incluso personalmente se me hace corto, deseando que esa avalancha de riffs, redobles y solos no acabe tan pronto.
Así pues el comienzo del disco Ain’t Fit To Live Here no se anda con rodeos, unos redobles de bateria y comienza una explosion de rápidos riffs acompañados de la intensa voz de Joakim Nilsson. Tras el suena No Good, Mr. Holden, una balada con mucho sentimiento y un estribillo realmente pegadizo. Hisingen Blues, single del álbum nos ofrece de nuevo su faceta mas enérgica y, tras ella, un guiño a Pink Floyd en el titulo de Uncomfortably Numb, cuyo apoteósico final recuerda a Lynyrd Skynyrd. Buying Truth practicamente nos anima al baile con una batería muy rítmica y un estribillo muy animado. Un poco más adelante sorprenden con Longing, un tema instrumental acompañado de silbidos y digno de una banda sonora de Ennio Morricone. Rss, con sus divertidos coros» y la elegante The Siren ponen fin un enorme trabajo con el que se han colocado el listón muy alto.
En definitiva: Un disco que nos transporta durante 40 minutos a esa época dorada para el rock que fueron los 70, y que pondremos de nuevo en cuanto acabe. De verdad: una joya.