A principios de los años 30, una expedición científica coordinada por la Universidad de Miskatonic emprende un viaje de exploración al continente antártico y acaba topándose con la verdadera y blasfema historia de nuestro planeta. Horrorizados pero a la vez atónitos y ávidos de estos reveladores conocimientos, los científicos acaban topándose no solo con los restos arquitectónicos de una antiquísima civilización de seres inteligentes, sino con el propio mal en estado latente, presto a reclamar su lugar en el espacio-tiempo.
Después de haber debutado con Al Azif honrando al loco escritor del maldito libro Necronomicon, los franceses The Great Old Ones regresan siguiendo las coordenadas de una de las obras cumbre de HP Lovecraft, el pionero del horror cósmico y creador del concepto de los ángulos imposibles, expresando con música este viaje de locura.
Si en Al Azif nos sorprendió su calculada y equilibrada mezcla de black metal con paisajes post-rock, este nuevo trabajo lo ha hecho una propuesta mucho más transversal de lo que se esperaba. En Tekeli-li prima la pesadez y el sludge, aunque los reprises y los acelerones a los ciclos black metaleros aparecen con una ligereza pasmosa. Otros destacables pasajes entrecruzan el post-metal con un death-metal que nos podrían remitir a sus compatriotas Gojira en The Elder Things. Momentos acústicos en Behind The Mountains abren paso a un muro de maldad sónica, constituyendo el tema de más minutaje del disco.
The Great Old Ones ha conseguido en su segundo disco una pieza mucho más disonante y hosca que en su debut, sacando partido al uso de tres guitarras. Las progresiones no son planas ni fáciles, se ven truncadas y salpicadas de eventos en el camino. Por otro lado el bajo destaca por su perfil opresivo y atenazante, mientras que todo lo domina una atmósfera mezquina y almizclada como el rastro de los dioses que moran más allá de las estrellas. Si bien no hay temas tan destacables como en su anterior referencia, el grupo ha sabido plasmar de forma notable el aura prohibitiva y antigua de En Las Montañas de la Locura. Estos caballeros han creado una pieza intensa, pesada y texturada que supone otra muestra del buen estado de forma y constante transmutación del metal extremo en la actualidad.