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Gris/Sombres Forêts – Parte III. Sombres Forêts – La Mort du Soleil

Parte III.

Teniendo en cuenta la trayectoria hasta la fecha de Sombrês Forets… ¿qué se puede hacer para no caer de nuevo en la injusta (aunque comprensible) comparación con Gris? Una de las pocas salidas lógicas parece ser la propuesta de Annatar: distanciarse de ese sonido tan característico en el que Gris se mueven muy cómodos y tratar de encontrar unas señas de identidad marcadas que le ayuden a no caer en el símil fácil. En parte, creo que ha sido una muy buena decisión, pues aunque no nos encontramos ante algo radicalmente distinto, sí que aparece una cierta personalidad marcada que antes no estaba ahí.

Bajo la preciosa portada a cargo de Fursy Teyssier y con una nueva referencia a las estrellas (tema como ya hemos visto recurrente a lo largo de toda la obra de unos y otros) la Mort du Soleil busca una vía de escape en algo que Gris no potenció y creo que hábilmente dejó un poco de lado sin darle importancia. Algo así como el “elefante en la habitación” de la lengua de Shakespeare, la similitud entre Miserere Luminis y algunas de las bandas que han popularizado la fusión de black metal con géneros como pueden ser el post-rock, aunque no patente del todo, siempre ha estado ahí. Es precisamente esto a lo que suena la Mort du Soleil. Tras los primeros sonidos ambientales de Des Épaves aparece una solemne guitarra acústica que poco a poco nos encamina a sonoridades de caja musical. A lo lejos, la tormenta brama mientras las voces, primero misteriosas y distantes, luego enfermizas y tristes se entrecortan por el sonido de la percusión grabada al revés. Este recurso, con el que ya en su momento trabajaron bandas muy alejadas del black metal y tan dispares como Sigur Rós o Anathema será uno de los hilos conductores a lo largo del disco, con especial peso en los interludios y dotando al disco de una cierta sensación de teatralidad. Aparecerá también en forma de detalles constantes a lo largo de toda la extensión del disco, melodías imposibles que retroceden en el tiempo y que conforman un ambiente difuso y etéreo para dar más cuerpo a los temas, con claras influencias del post-rock más fantasmagórico pero sin alejarse del barroquismo tan característico que inunda gran parte de las composiciones, en las que el piano es también protagonista claro.

Es aquí donde entramos en harina de otro costal, pues es difícil determinar hasta que punto Sombres Forêts siguen practicando black metal. Mientras que a la hora de escuchar a Gris no cabe duda de que ese sonido sigue presente, en multitud de ocasiones en segundo plano, aquí casi queda relegado a las voces rasgadas y a alguna guitarra o ritmo frente a estos nuevos elementos. En temas como Des Épaves, Au Flambeau o Effondrement son algo sencillamente anecdótico, encontrándose a veces en una situación similar a la de los también canadienses Skagos y su recientemente editado Anarchic (eso sí, con pocos por no decir ningún elemento más en común). Las guitarras marcan riffs muy melódicos y sencillos en los temas más agresivos como Brumes, en oposición a la desmedida complejidad de Gris. Sombres Forêts apuesta por una sencillez más desnuda e inmediata, con crescendos más simples y una mayor carga emocional amparada por una producción menos nítida y un bajo que lógicamente carece de virtuosismo o adornos, pues de lo contrario estaría bastante fuera de lugar. Intentando clarificar lo que esto supone, no sería desacertado comentar que en vez de un disco de black metal nos encontramos ante uno de post rock metálico y atmosférico con elementos de música clásica contemporánea y voces rasgadas, dejando constancia de este dato sencillamente para que nadie se sienta engañado al escuchar la Mort du Soleil.

Un camino diferente, un disco igualmente bello, no tan fino ni trabajado pero con otras virtudes que ya he remarcado, la Mort du Soleil cierra muchas puertas y abre otras igualmente interesantes. Sin duda, ante vivir a la sombra de sus compañeros o temas soberbios como Etrangleurs de Soleils o especialmente L’Ether, yo tengo claro que prefiero lo segundo. Es decir, un disco único, que pese a hacer más accesible el sonido no renuncia del todo a la visceralidad de las voces propias del black metal depresivo. Creo que pocas veces la portada había sabido captar tan bien la esencia de un disco, no solo por las imágenes que evoca la música sino por esa dualidad de calma y tormenta con la que tan bien se ha sabido jugar. Sinceramente, no creo que haya muchas más bandas capaces de dar un salto (algo tardío, todo hay que reconocerlo) a un género como es el post-rock sin caer en la obviedad o en fórmulas ya antes repetidas con Sombres Forêts lo han conseguido.

Nota: 8.5

Conclusión.

El tiempo dirá si el camino de Annatar, Icare y Neptune vuelve a converger o por el contrario sigue divergiendo hasta hacer que prácticamente a una banda y otra no les quede ningún poso de la senda que emprendieron juntos. Hasta ahora la carrera musical de estas tres figuras ha sido de menos a más, siempre expandiéndose y arriesgando, regalándonos dos de los mejores discos que se han editado este año.

8.5 / 10 stars