Con fuerzas renovadas y una buena ducha mañanera nos dirigimos nuevamente a la zona de conciertos. Esta vez topé con una de las sorpresas del festival: los finlandeses Oranssi Pazuzu, que llevan a cabo algo como “black metal” con fuertes tintes psicodélicos. Desconocía su existencia, pero el directo resultó tan embriagador que inevitablemente captó mi atención: voz desgarradora, melodías pegadizas y atmósferas provenientes del más profundo averno, todo ello a un volumen digno de hacer sangrar tímpanos. El tema llamado Komeetta, de su album Kosmonument, fue un ejemplo claro de esta definición.
Después de la tortura psicodélica era el turno de Amenra, post-hardcore/sludge desde Bélgica. Sus conciertos son conocidos por proyecciones y ocasionalmente perfomances; esta vez no utilizaron nada de eso, pero no dejaron indiferente a nadie. Centraron su setlist en el último album, Mass IIII, dando pie con Razoreater, tema que desde el estallido vocal de Colin H. Van Eeckhout nos puso ya en situación. El vocalista dio la espalda al público durante todo el concierto, y su agudísima voz se encargó de perforarnos los tímpanos de buen principio, siempre en el sentido positivo del término; el resto de instrumentos gozaron de un sonido destructor. Seguidamente tocaron un tema del nuevo album Mass V, que aún no ha visto la luz, y siguieron Terziele, Aorte. Nous Sommes Du Même Sang y un increíble final con Silver Needle/Golden Nail. La mayoría de sus temas se caracterizan por el contraste de partes muy densas y violentas y pasajes más calmados y atmosféricos, combinación peligrosa en un escenario que tuvo una actitud sorprendentemente positiva entre el público, seguramente porque ya sabían a lo que iban. En todo caso, la actuación fue sobresaliente.
Siguiendo con el alto listón de actuaciones del día, los siguientes que se llevaron la palma fueron Necros Christos. Con un pesado y oscurísimo death metal, los alemanes se encargaron de dejarnos atónitos con sus característicos riffs y un brutalísimo registro vocal por parte de Mors Dalos Ra. Baal of Ekron y Descending into the Kingly Tomba fueron los temas que más destacaron de su último trabajo, sin dejar de lado la presencia de anteriores trabajos como con Black Mass Desecration. Todo un espectáculo desde lo oculto, lástima que el escenario The Temple no se encontrara en uno de sus momentos de gran afluencia.
Después llegó el turno de otro de los platos fuertes: Ufomammut, de los cuales tenía un mono importante desde que nos dejaron boquiabiertos en el pasado Spaziale de Turín, Italia. El trío italiano presentó su último trabajo ORO: Opus Primum en su orden y totalidad con la brutalidad que les caracteriza en el escenario, no sin dar pie a la actuación con uno de sus temas más míticos: Stigma, de su album Idolum. Empireum, junto a las diapositivas del videoclip, nos introdujo en el mundo de misteriosas atmosferas que ORO propone. La actuación se hizo bastante corta esperando algo de sus anteriores trabajos, aún así, temas como Aureum o Mindomine en directo resultaron el mismísimo apocalipsis, todo un estallido de psicodelia y graves. No exagero cuando digo que los italianos tienen uno de los mejores directos que he podido presenciar, el hecho de que la carpa de Valley se llenara de cabo a rabo es sin duda prueba de ello.
Por fin fue hora de cambiar un poco de aires, ya tenía un motivo de peso para dirigirme al escenario The Warzone por primera vez: ni más ni menos que los Cancer Bats. Los hardcoreros canadienses empezaron el repertorio con una versión de los Beastie Boys, Sabotage, incluída en su album Bears, Mayors, Scraps and Bones, y se encargaron de repartir una buena dosis de tralla con un directo más que enérgico, puro nervio, con un entregadísimo Liam Cornier. Destacaron los temas de su último trabajo de estudio Dead Set on Living, como R.A.T.S. La carpa se encontraba en extremas condiciones fangosas, pero el suplicio desde luego valió la pena.
Volvemos a sendas oscuras: era el turno de los Shining suecos. Los tiempos de esplendor del frontman Niklas Kvarforth quedaron un poco atrás, pero con él al micrófono el espectáculo sigue estando asegurado. El brutalísimo riff inicial de Låt oss ta allt från varandra se encargó de erizarnos los pelillos de buen principio, a medida que avanzó el tema Kvarforth defendió en óptimas condiciones su enfermizo registro gutural, fiel al nivel de los álbumes de estudio. Finalizada la dosis de autodestrucción vino Vilseledda barnasjälars hemvist, tema mucho más consistente que introduce su sexto album VI: Klagopsalmer, éste fue sin duda la delicia de los amantes del headbanging. Kvarforth, botella en mano, ya empezó a hacer de las suyas, estirando del pelo y comiendo la oreja a sus compañeros, que muestran una actitud bastante más calmada mientras tocan. No suficiente con el inicio, a este le siguió Yttligare ett steg närmare total jävla utfrysning, el himno que inicia V: Halmstad; y tampoco podía faltar la mítica Submit to Self-destruction, tema que define al grupo por excelencia. La introducción de Förtvivlan, min averdel de suúltimo album fue coreada por el público y así concluyó finalmente la actuación, con un resultado más que satisfactorio en mi opinión.
No podía perder la ocasión de volver a presenciar los Yob, así que me dirigí a The Valley. Habiéndolos visto meses atrás en Barcelona ya sabía qué esperar, pero esta vez el sonido fue incluso más devastador: la guitarra de Scheidt y el bajo de Aaron Reiserberg fueron los encargados de dar pie a un absoluto trance de ruido ejecutado de la manera que solo ellos saben. El setlist fue lo único que me dejó algo de mal sabor de boca, pero el inicio con Prepare the Ground y Burning the Altar fue suficiente para permanecer durante toda la actuación. Poco más se puede decir de Yob, la burrada que llevan a cabo es difícil de calificar con palabras.
Era obligatorio asistir al concierto de los míticos Saint Vitus para seguir con la tónica doom-metalera. Abundaron los temas de su último trabajo Lillie: F-65, no lo tenía muy asentado así que disfruté más la actuación de la edición del 2009, que además fue en uno de los escenarios principales (esta vez la carpa The Valley se quedaba estrechita). De todas formas hay que decir que los nuevos temas sonaron poderosísimos, confirmándose una vez más que Wino y los suyos nunca defraudan sobre el escenario: el frontman, junto a Dave Chandler a la guitarra, forman el dúo sobre el escenario por excelencia, sin dejar de lado al desfasadísimo Henry Vasquez en la batería, todo esto gozando de un sonido inmejorable. El clímax no tardó en llegar con I bleed black, que ya fue el tercer tema que tocaron, por no hablar del encore: Dying Inside seguida de Born too late, temas que fueron coreados como himnos por la mayoría de la carpa. Una leyenda en vivo pese a los años, y sin duda otro de los conciertos del top.
Era hora de una lección de mitología nórdica por parte de Enslaved en The Temple. Si algo caracteriza a los noruegos es que sea el que sea el estilo por el que se decanten lo ejecutan bien: han desarrollado un sonido muy caracerístico desde su originario black metal hasta el estilo más progresivo que llevan a cabo en la actualidad. En anteriores ocasiones han ofrecido un muy buen directo, viéndose igual de favorecidos temas de ambas etapas. Grutle Kjellson desempeña su papel de frontman y voz gutural como pocos; por otro lado, la voz limpia por parte de Herbrand Larssen se sigue viendo desfavorecida. Así pues, empezaron con Ethica Odini y Raidho, ambos de su último larga duración Axioma Ethica Odini, prosiguieron con los temas a los que ya estamos acostumbrados del mismo y de los previos Ruun y Vertebrae, concluyendo el show con la brutal Allfadr Odin, como era de esperar. El resultado fue notable, pero por mucho que sus conciertos nunca defrauden el setlist de siempre empieza a cansar.
La jornada finalizó por fin con los suecos Entombed en el escenario The Altar. Sus directos siempre son una auténtica burrada tanto a nivel de espectáculo como de desfase del público; esta vez no fue menos, empezando fuerte con temas tales como Stranger Aeons seguido de Revel in Flesh, ambos incluídos en sus dos clásicos precursores del sonido del death metal sueco: Clandestine y Left Hand Path. Desde el primer momento encontramos un incansable L-G Petrov al micrófono, haciendo justicia a una de las mejores voces habidas y por haber del metal extremo; por su parte, el “tupa-tupa” protagonizado del batería Olle Dahlstedht fue la delicia de los integrantes del moshpit aglutinado en las primeras filas. Después de Wolverine Blues por fin se escuchó el grito que introduce el himno del death metal: Left Hand Path, seguida de Supposed to Rot. El clímax perduró hasta la brutal When in Sodom, y poco después terminó la actuación, tras muchos golpes, barro y sudor. Una auténtica locura en vivo.
*Fotos cedidas por Xell de The Drinktim / Flickr