Horn of the Rhino – Grengus (2012)

Como ya nos advierte la impactante portada, Horn of the Rhino han vuelto para trepanar nuestros orificios y violarnos los oídos. El desgarro conseguido es considerable. Homenajeando a la bestia que les daba inicialmente nombre (Rhino), los inicios de Grengus se materializan como una embestida devastadora, urgente; más que una carga individual una auténtica estampida que, como bien titula Under the Hoof, nos pisotea con mil pezuñas. Y con este brutal despliegue, lejos de arrancarse con una trayectoria lineal o plana, los riffs realizan cambios de ritmo bruscos como si la bestia pareciera desquitarse locamente de su enemigo, enfurecida, cabeceando a un lado y otro con el único propósito de hacer sangre.

Pile of Severed Heads ahonda en la sensación de terquedad, pero llegados a Grengus el grupo parece retomar las coordenadas que dejaron en su anterior y esplendoroso disco, esos riffs pesados, tan inconfundiblemente sludge, cadenciosos como el paso de un rinoceronte, al tiempo que Javier nos deleita con su registro melódico y cautivador, que los retrotrae a esos tiempos en los que los grandes vocalistas de rock todavía tenían el soul y la magia en sus cuerdas vocales.

Drowned in Gold, Waste for Ghouls y Awaken Horror of Tuul siguen en la tónica del dinámico sludge de esos Mastodon que nunca más tendremos. Algunas de las partes más abrasivas del disco aparecen en estos momentos. Se levantan murallas sonoras, los alaridos se arrastran hacia algún espacio entre la desesperación y la maldad, y la batería… Oh, la batería. Es imperdonable haber esperado al tercer párrafo para hablar de ella. Galopante, batiente, toda una machacadora de mil martillos, Julen Gil repasa sus querencias por el death-metal en beats totalmente destructivos.

Llegados al tramo final de Brought Back, progresando desde los susurros hasta cálidas tesituras vocales, la funeraria atmósfera cortesía del bajo de Sergio evoluciona hasta un final contundente que nos vuelve a sumergir en el lodazal doom, y encadena a la perfección con la agresividad de To Ride The Leviathan.

Aunque personalmente hubiera preferido una evolución más en sintonía con su anterior disco, es de alabar esta sobrecarga de testosterona y mala baba que Horn of the Rhino han querido imprimir a este disco al tiempo que han mantenido esa dualidad sonora (podríamos situar a High on Fire y Alice Chains como referentes) que bien podrán atraer a seguidores, o bien hacer huir a los oyentes más ortodoxos.