Dicen que la concepción del futuro es un invento reciente, solo un peldaño más alto en la pirámide de las aspiraciones humanas. Superada ya con creces esa fase de esperanza por tiempos mejores, nos encaminados hacia un proceso de visualización de nuestra aciaga debacle. Una parte de la inteligencia colectiva ha sacado a flote el pensamiento latente de la catástrofe, el agotamiento de la civilización, la extinción de lo que en términos biológicos se considera una plaga, y en definitiva, la autofagosis de la humanidad. Una corriente que no es solo reclamo y salvoconducto de la inspiración artística en la literatura y el cine de los últimos tiempos, es producto de una subyacente misantropía, como la que nutre el concepto de Summoning Deliverance.
La apisonadora que esperabas
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Pocas sorpresas encontrará en este disco quién ya conocía al trío bilbaíno. El tercer disco de Horn Of The Rhino es la apisonadora que podéis esperar. El apelativo de los High On Fire españoles ha quedado corto para un grupo que, como era de esperar, trasciende las fronteras nacionales en parte gracias a una tendencia de mayor actividad en giras y festivales europeos. Pero no solo el apelativo queda corto por el anclaje geográfico, también por el estilístico. Dotados de una manifiesta personalidad, el sludge metal que de partida ha venido confeccionando el grupo se ha esculpido en este trabajo con la mayor versatilidad hasta la fecha, y ni el propio conjunto oculta que se trata de su grabación más compleja y cuidada.
Con buen equilibrio entre sus distintas facetas, el grupo dispara trallazos de metal atronante y arrastrado, a veces primando la velocidad a veces primando la barbarie, y no repara en utilizar riff malvados que invocan al death primigenio, el thrash y la escuela de Slayer en temas como Grim Foreigners. En Summoning Deliverance el trío hace fala de músculo con inteligencia, consiguiendo un poderoso groove y un mayor refinamiento en las guitarras.
Otras veces, entre tanta masacre sonora nos acercamos a momentos más cadenciosos y doom donde Javier Gálvez saca a relucir lo más virtuoso del conjuto: su prodigiosa voz melódica es una joya radiente escondida entre tantas pezuñas y poesía negra. Más que nunca hay que referenciar a Chris Cornell por su capacidad de control en los umbrales de la tesitura, que vuelven a ser batidos por nuevos registros en cotas renovadas de asperaza y partes de inspiración black-metal. Nuevos matices para su sonido, al que se suman la de los paisajes atmosféricos como los de Deliverance Prayer.
Como rinoceronte por cacharrería
Horn Of The Rhino han firmado un trabajo poderoso de metal que trasciende más allá de etiquetas y subgéneros. El odio y la misantropía supuran de cada nota conformando la banda sonora del paradigma de la mayor miseria humana: la guerra. Sesenta minutos de combate, furia, banal victoria y lamento por los caídos que dejarán axhausto al más curtido de los metalheads. Horn Of The Rhino han vuelvo desatados y con violenta ostentación al ruedo discográfico: nadie conseguirá colocarles el cascabel.