Jardín de la Croix no podrían haber buscado mejor personaje al que hacer homenaje en su último y tercer disco. Es comenzar Man Made Lighting y sentir un flujo de electricidad atravesando nuestro cuerpo. A mi cabeza llega la imagen de Nichola Tesla accionando los seccionadores, riéndose malvadamente de su revolucionario descubrimiento.
Topsy’s Revenge confirma que los madrileños mantienen su estilo math-rock componiendo temas sin mirar en el desenlace ni en el minutaje, con desarrollos que pueden acabar en cualquier lugar, pareciendo que sus componentes juegan a “el que llegue el último pierde”.
Los amperios siguen subiendo en Colorado Springs, donde la batería machaca el charles en el ritmo mientras las guitarras bailotean en el mástil, produciendo crescendos que acaban deshaciéndose fácilmente como nubes de vapor.
El disco remata con Talking With Planets, un postre algo más ligero que permite disfrutar con la trasparencia del canal limpio de los intrincados fraseos de las guitarras, para acabar desembocando en un final poderoso sostenido por un pétreo bajo.
En 187 Steps To Cross The Universe no hay sitio para la contemplación, no obstante el grupo ha sabido manejar el potenciómetro convenientemente, minimizando uno de los handicaps de su anterior disco Ocean Cosmonauts, un trabajo de orfebrería barroca en forma de rock que tenía el riesgo de saturar cabezas y tostar circuitos.
En definitiva, una dosis comedida de un licor extrafuerte. No conseguirá embriagarnos pero sí impactarnos. Jardín de la Croix suma enteros afianzando su reputada trayectoria, que ya se encargará de auparla —todavía más— su directo roba alientos.
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