Jucifer + Témpano 2/5/12 (The Class – Gijón)

Ir de concierto un miércoles mola. Generalmente la asistencia no es buena (en una ciudad pequeña como esta, he estado en algún concierto al que no fue ni el que apagaba las luces) pero en términos de planes guays, la vida va un poco de llegar de clase por la tarde, coger los tapones para los oídos (os veré en el infierno) e irte de conci en vez de quedarte vegetando frente al ordenador y escribiendo en tu blog de mierda.

A decir verdad, ayer estuve a punto de no ir. Me enteré de que Noisyndicate montaban a Jucifer pocos días antes, un grupo que conocía de nombre pero que nunca había escuchado. Y sinceramente, los temas que escuché como primer contacto no me parecieron gran cosa, una suerte de Melvins reducidos a duo de batería y guitarra (y voz femenina), algún ramalazo grunge, mucho tema acústico con cierto regusto a country… nada que me desagradase de pleno pero que tampoco captaba demasiado mi atención, salvo por el hecho de que contrastase tanto con la reseña del anuncio, que hablaba de una propuesta donde había desde doom, sludge a grind, thrash o black metal. Así que dejé el tema aparcado hasta que volví a leerlo días más tarde y me dio por buscar algo más sobre ellos, vídeos de directos donde esa vertiente más extrema se dejaba ver claramente, cosa que no hizo sino aumentar mis dudas sobre por qué una banda se plantea sonar como dos completamente distintas según los escuches en estudio o en directo. Total, que al final me pudo la curiosidad y fui a verlos.

Y sinceramente, me alegro de haberlo hecho.

La cosa empezó con puntualidad inglesa, tan sólo media hora tarde (todo un logro), y cuando llegué al bar estaban a punto de empezar los cántabros Témpano. Son una banda nueva de la cual no había oído hablar hasta ahora (posteriormente alguien dijo que era su segundo concierto), pero que me dejó buen sabor de boca, con una propuesta que probablemente quedaría bien definida como hardcore caótico, con riffs que se movían entre lo ruidoso y lo melódico y que a veces recordaban a algunos míticos de la movida gallega como Ekkaia, o a alguna banda de screamo indeterminada. Además completaban con un ataque a dos voces a cargo del guitarrista y el batería, que siempre mola ver a un bateras berrear, y tocaron cerca de media hora de temas propios que no se me hicieron pesados en ningún momento. No me va a importar nada verlos más veces en un futuro. Cuando poco después volví a entrar al local, lo primero que recibí fue una oleada de sonido que me peinó hacia atrás y me abofeteó en la cara. Jucifer habían empezado a tocar, el edificio temblaba sobre sus cimientos y los animales domésticos de toda la manzana chillaban inquietos como si anunciasen un terremoto. Después de ver en Youtube cómo se las gastaban estos tíos en directo me había hecho a la idea de que probablemente fueran más bestias de lo que aparentaban pero lo cierto es que no estaba preparado para una aberración de semejante calibre. Es difícil explicar cómo de alto y cómo de burro sonaba el dúo sin caer en la exageración, pero puedo decir que era tan exagerado que me empecé a reír sólo y me alegré de haber llevado los tapones porque de lo contrario habría salido de allí con una trepanación por la vía auditiva.

Al final resultó que la reseña estaba en lo cierto, incluso en la parte en que los ponían como uno de los grupos más bestias sobre un escenario que te puedes echar a la cara. Durante una hora Jucifer maltrataron los tímpanos de los asistentes con una propuesta que sin abandonar nunca los fangosos terrenos de la mugre sónica alternaba entre sludge/stoner extremadamente lento y pesado, arranques de blastbeats, riffs de factura grindcoriana y transiciones entre temas formadas por notas mantenidas durante largos instantes, sumergidas en un mar de distorsión y feedback que haría enorgullecerse a Sunn O))) o a Monarch.

Hay varias cosas que puedo destacar de este grupo. La primera de ellas es el tono de guitarra absolutamente masivo de Amber Valentine, que suple por completo la falta de bajo a la hora de llenar de sonido las cuatro esquinas del bar. Lo segundo es el batería Edgar Livengood, un auténtico maníaco enfundado en una camiseta de Dropdead al borde del colapso estructural, un especialista en convertir baquetas en serrín (perdí la cuenta cuando se cargó la tercera) y en maltratar su instrumento, que se levantaba de la silla, golpeaba los parches con el puño y mandaba el charles a tomar por el culo a base de patadas. Lo tercero es que tocaron todo su set seguido sin quedarse en silencio en ningún momento, encadenando tema tras otro mediante secciones de drone atronador y que agotaron todo su tiempo hasta el último minuto, y cuando los encargados del local encendieron las luces para señalizar el momento de terminar, todavía se quedaron un rato más a repartir leña porque se la suda todo.

Al final lo que voy a recordar de Jucifer en tiempos venideros es la experiencia que supone verles en directo. Los discos de estudio parecen grabados por una banda completamente distinta, y mientras escribo esto soy totalmente incapaz de recordar un sólo riff de los que tocaron la semana pasada. Sus temas no son precísamente lo más memorable del mundo, a veces resultaba francamente difícil entender qué era lo que estaban tocando (especialmente cuando subían las revoluciones y a ese volumen la música se volvía incomprensible) y se me ocurren unas cuantas bandas que hacen básicamente lo mismo que ellos, o al menos algo parecido, solo que mejor. Pero lo que les falta como compositores de temas les sobra a la hora de salir y dar un espectáculo de ruido, distorsión, acoples, bajas frecuencias y gritos trogloditas. Y como casualmente me encanta el ruido, las bajas frecuencias y los gritos cavernarios, la verdad es que me lo pasé de lujo.

Puntuación: BLOARGH.
Los grupos:
Montaba: