No sé si ya lo he dicho alguna vez, pero no tengo ni idea de hip-hop. En serio. No sé en qué se diferencian el rap y el hip-hop y la verdad es que no me importa mucho. No tengo problema en reconocer que soy un cateto para según que cosas, y en este género lo soy y mucho. La cosa es que a veces escucho algo del género y me gusta, sin darle muchas vueltas a si es muy trve, si son niñatos o qué. Me da igual que Tyler The Creator sea un payasete, pero sus discos me dicen algo y eso me vale. Por eso cuando me dijeron que el nuevo disco de Kanye West no estaba mal, no me importó demasiado darle una oportunidad. Y sí, ya sé que el tío es conocido por usar vocoder y voces pitufadas, creerse el puto rey del mundo y rellenar de crema a Kim Kardashian, pero bueno, gilipollas con talento hay en todos lados. Y es que por muy gordos que me caigan tipos como Maynard James Keenan, Lars Von Trier o Phil Fish, hay que reconocer que son unos cracks en lo suyo (lo cuál no es evidentemente hablar con la prensa). Así que me dispuse a ver que cojones hace nuestro amigo Kanye (que no Kayne como me descubrieron en Twitter hace no tanto :_D ).
La cosa es que Yeezus, por mucho que algunos les cueste reconocerlo, es un buen disco. No sólo eso, sino que muy imaginativo, con unas bases que casi siempre resultan brillantes y una variedad sonora que ya quisieran muchos para sí. Os puedo asegurar que es un disco que he quemado este último mes y aguanta las escuchas de manera excelente ya fuera del posible hype inicial. Temazos como Black Skinhead, New Slaves o Hold My Liquor siguen convenciendo e impactando como en su primera escucha.
Bases pesadas (algunas veces recuerda ligeramente a Death Grips), percusiones tribales, autotune, chillidos, una miríada de influencias de música negra y, por supuesto, hip-hop se abrazan en torno al ego del señor Kanye con un resultado que resulta más interesante en la práctica que en el papel. Y es que a pesar de lo disperso de su estructura, Yeezus te agarra de la cabeza y te obliga a prestar atención a todos los desvaríos de señor Kanye. El hecho de no haber centrado el disco en algunos singles se nota, y la calidad de las composiciones se mantiene bastante regular a lo largo de casi todo el disco (aunque casi toda la dinamita está en su primera mitad). Además, lejos de convertir a Yeezus en una obra megalómana (como pasa mucho con los artistas con el ego inflado), Kanye sabe cuándo cerrar el chiringuito para que la cosa no resulte muy pesada.
¿Y las letras? Pues un poco debajo de lo esperado. Cuando uno lee que Kanye se fue al Louvre a inspirarse en el disco (o eso dice él), uno se espera algo más que una especie de poesías compuestas con el estilo de cualquier nigga de The Wire. Parece que estas tienen más chicha de la evidente, según puedo leer en RapGenius, pero no sé hasta que punto dichos dobles sentidos son cosas hechas a posta o pajas mentales de sus fans.
Sea como fuese, recomiendo mucho la escucha de este Yeezus. Aunque no os guste el hip-hop. Aunque Kanye sea un gilipollas. Aunque haya hecho discos que son pienso para el fan medio de MTV (de hecho he estado repasando su discografía y este es el único disco que me ha convencido). Semejante ejercicio de creatividad tan bien resuelto se merece al menos una escucha.