Tras oír el audio de la canción del túnel de Willy Wonka (STOP THE BOAT!). Con una entrada atronadora que hizo voltear las caras a todos los presentes para cerciorarse de que la batería sonaba así de alta. Así fue el inicio del concierto de Liars, y así nos miramos perplejos muchos.
Y así fue: con un setlist centrado en su maximal Mess (o así creo habéroslo definido… ¿no?), apostando por sus nuevos temas. Cosa que no es de extrañar, teniendo en cuenta que han parido uno de los discos del año. Los combinaron con varios temas de su anterior WIXIW, disco que dejó sembradito el terreno para su sonido actual.
Al público, sin embargo, le costó bastante arrancar. Se produjo el clásico efecto de círculos concéntricos: es curioso como el baile se expande como las ondas que crea una piedra al caer sobre el agua. Uno inicia su movimiento, sinuoso y lento, hasta que genera la suficiente energía como para crear un pequeño círculo a su alrededor con menos poder que el foco principal. Si el epicentro intensifica su cosmos, el círculo que le rodea también lo hará, y conseguirá generar un nuevo círculo externo al que le llegará un poco menos de energía. Es este un hecho extraño que ratifica la tesis del ser humano como culturalmente social, y que se da en múltiples ámbitos, como a la hora de entrar a un bar vacío o a la de despelotarse en la playa. Y estuvo también en el concierto de Liars.
La máxima expresión del círculo concéntrico se dio cuando tocaron la desquiciante Mess On A Mission. Antes de que eso sucediera ya estaba cantado que era lo que iba a pasar: cuando en el previo del conci vas a mear y en los baños te cruzas a dos personas distintas tarareando el tema, es que lo va a petar fijo. Y así fue: un pequeño pogo se generó en el centro y que con sus más y sus menos se mantuvo hasta el final.
Lo raro es que en un set tan orientado hacia el baile esto no sucediese antes. Más todavía habiendo caldeado muy bien el ambiente Der Panther, grupo que hasta hoy desconocía pero que habrá que echarles una oreja o dos. Baile en la onda de los dos primeros discos de los Fuck Buttons, y una puesta en escena dentro de una caja negra y con retroproyección que a pesar de ser muy sencilla, resulta tremendamente efectiva.
Enésimo bolo que deja un inmejorable sabor de boca montado por Edu Giradiscos, ya consagrado gurú productor de la capital, en el marco de la maravillosa iniciativa del Sound Isidro. Gracias. Siempre.