Durante un tiempo Liturgy fue lo que podríamos llamar una banda de «black-metal hipster». El propio grupo buscaba colocarse etiquetas absurdas como black metal trascendental, añadiendo epítetos como «solar» o «lunar» para diferenciar subgéneros, y faunamongolismos aparte, hay que decir que en general su música no estaba nada mal pese a que en realidad no era nada tan innovador como ellos querían dar a entender.
Ahora el grupo está dispuesto a dar un paso más allá con su nuevo disco, The Ark Work, el cual saldrá a la venta este mes de marzo. Después de haber girado con bandas muy alejadas de su sonido tradicional como Sleigh Bells o Asobi Seksu, la banda de Brooklyn ha decidido dejarse caer a un pozo de experimentación sin paracaídas. Nada que nos sorprenda cuando en 2012 su frontman Hunter Hunt-Hendrix ya vaticinaba su creciente desapego hacia el black-metal. En un principio no había problema alguno… hasta que escuchamos el primer adelanto, Quetzalcoatl.
Una caja de ritmos impone un ritmo monolítico y las guitarras se empeñan de crear oscuras espirales recurrentes. Los tradicionales gritos dejan paso a cánticos lánguidos pop hasta que el tema estalla sin conseguir una base rítmica demasiado concreta. Todo el desarrollo es un pastiche en el que se van añadiendo capas y capas de sonidos para conseguir una épica a medio gas. Una experimentalidad con muchos interrogantes.
Las reacciones de los seguidores y detractores no han tardado en llegar, desde los clásicos «close-minded» con prejuicios hasta aquellos que sí parecen estar de acuerdo que es lo mejor que han hecho hasta la fecha Liturgy. Lo mejor es que escuchéis y juzguéis por vosotros mismos.