Es complicado aproximarse a Liturgy. Lo que han venido haciendo hasta ahora es una mezcla de black metal y math bastante aparente, que nos han dejado dos discos por el camino bastante notables (Renihilation y especialmente Aesthethica). En ese sentido no hay nada especialmente peculiar: el problema empieza en el plano extra-musical y sus ridículas entrevistas, donde se suelen perder en referencias (desde el rap de los 90s al arte fluxus) y rimbombantes etiquetas de cuño propio (transcendental black metal, burst bleats, etc). Liturgy es una de esas bandas lastradas por la antipatía y/o sorna que levantan entre los parroquianos, sentimientos que terminan afectando a la percepción de su música.
Laboratorio blacker
Con The Ark Work, Liturgy parecen haber dado el paso definitivo hacia lo que venían anunciando entre líneas en entrevistas y obras anteriores: el salto total y definitivo a la más chiflada experimentación. Las capas y capas de sonidos agudos y estridentes formando cacofonías se han intensificado, de las que emergen melodías que se repiten una y otra vez de manera hipnótica. Las guitarras suenan mayormente como cabría esperar en un disco de black, pero a veces suenan agudas y artificiales. Por otro lado, la voz suenan plana, en una especie de rapeo soso con la tonalidad de Billy Corgan.
Liturgy parecen buscar durante casi todo el disco incomodar al oyente todo lo posible. El cuerpo grueso está plagado de gaitas, trompetas desatadas, cuernos y xilófonos aporreados en su mitad izquierda, llenos de glitchs e inexplicables samplers (como los vítores que aparecen una y otra vez a lo largo del disco). Hay elementos de black metal, sin duda, pero parece que han sido utilizados como un medio para llevar a cabo la propuesta de la banda, no como un fin en sí mismo. Lejos está el llamado “post black metal” puesto de moda por Deafheaven: The Ark Work no es black metal con algo más, es un intento de crear algo nuevo a raíz de las mil influencias que pregona la banda en sus entrevistas.
La agresividad del género está ahí, pero se consigue a través de caminos totalmente distintos a los habituales. Si por algo es característico el black metal es por sus chillonas y de, alguna manera, aberrantes voces. Hay otros elementos, claro está, pero para el profano es lo más llamativo. En The Ark of Work este elemento se omite, pero consigue un efecto similar en base a su chirriante base sonora. ¿Deconstrucción del black?. ¿Los candidatos a ser los Animal Collective del metal?. Puede ser.
Tensiones controladas
The Ark Work basa su trabajo en tirar continuamente de polos opuestos para producir una sensación abrumadora y desagradable al oyente . Es normal que la primera impresión al escuchar el disco sea la de catalogarlo como “mamarrachada” (de hecho algo así pregonamos en la noticia de su primer adelanto). La estridencia se compensa con una voz carente de riqueza tonal. Las progresiones repetitivas y ruidosas contrastan con conclusiones de líneas vocales sencillas y melódicas. Una intro que es, tal como su título indica, una fanfarria queda algo fuera de lugar con los intermedios sencillos basados en sencillos órganos. Liturgy salvan el experimento sabiendo frenar a tiempo, a veces incluso demasiado (entre tanto locura sonora sorprende la desangelada Father Vorizen).
Esta oposición afecta también a ese elemento extra musical que comentábamos al principio y que resulta tan relevante a la banda. Sorprende la riqueza de sus resultados respecto a lo simplista de las intenciones que han declarado varias veces en sus entrevistas: mientras que The Ark Work se intuye bastante experimentación formal, Hunter al final termina declarando que todo es producto de la mezcla de su cacareado transcendental black metal y el rap. ¿The Ark Work es una paja mental que accidentalmente ha llegado más allá de los objetivos propuestos? ¿El resultado ha quedado fuera de las intenciones del grupo? El futuro nos dirá.
¿Culo o codo?
¿Pero es The Ark Work un buen disco fuera de toda esta teorización de sus intenciones? Sin duda. Kell Valhaal, Quetzalcoatl o Reign Array son auténticos temazos (ojito con la última canción y su final folkie y destartalado al más puro estilo Neutral Milk Hotel), independientes del conjunto global, que ya puede gustar más o menos. Algo irregular a primera escucha, con el tiempo se va encontrando cierto espíritu homogeneizante que ayuda a digerir semejante mejunje.
A estas alturas creo que queda claro que Liturgy me han vendido la moto, aún con sus fallos, especialmente en su parte central donde el disco sufre una pájara bastante acusada. The Ark Work es un trabajo bastante único y especial, algo especialmente difícil en estos días donde la hibridación de géneros está ya más que asentada. El tiempo dirá si esto no es más que una mera curiosidad o es algo que ha llegado para quedarse.