Machine Head – Bloodstone & Diamonds (2014)

Machine Head - Bloodstone & Diamonds

Cuando Unto The Locust vió la luz en 2011 aventuré que si Machine Head iban a seguir en esa carrera por conseguir algo todavía más heavy, veloz, técnico y pedante que lo conseguido en su anterior referencia se iban a topar contra un muro. Alcanzado ese cénit que fue The Blackening, el grupo se movió hacia el barroquismo de Unto The Locust con un encaje rudimentario. Ahora, con la salida de su bajista original Adam Duce y la entrada de Jared MacEachern, el grupo trata de seguir avanzando buscando el equilibrio y la conciliación con sus etapas anteriores.

Una mirada al pasado para afrontar el futuro

En Bloodstone & Diamonds los californianos retoman en parte la esencia de sus primeros trabajos: la contundencia del thrash-metal y el groove de las guitarras para situarse en alguna parte entre las coordenadas de Supercharger y Through The Ashes Of The Empires. Robb Flynn y Phil Demmel parecen haberle quitado el polvo a viejos bancos de efectos —delays y reverbs abandonados a principios del nuevo siglo—, consiguiendo un sonido más sobreproducido pero muy familiar. Los temas fluyen como avalanchas de rocas que son esos riffs con bordados de armónicos como los de Ghosts Will Haunt My Bones y las cargas rítmicas a piñón como la de Killers And Kings, a las que se suman adornos orquestales en su grado justo que no llegan a producir el excesivo efecto melodramático de su anterior disco.

Menos técnico, más visceral

La primera escucha del disco me sorprendió por encontrarme un trabajo más diverso e interesante de lo que esperaba, sin que eso supusiera un menoscabo a su coherencia. De cualquier forma, lo más llamativo es que el grupo —o mejor dicho, Robb Flynn— ha vuelto a apretarse las tripas para sacar su lado más visceral y dramático. Ejemplo tenemos en temas como Sail Into The Black, que juega con los tiempos y rompe a mitad, creando una gran intensidad a bases de contrastes, de luces y sombras.

Oportunidad perdida

El gran lastre del disco es su segunda mitad. Con temas de tan largo minutaje no es entendible que Machine Head hayan engorado el disco con tanto material de relleno como son los insípidos In Come The Flood o Take Me Through The Fire. Ni siquiera se entiende lo que realmente buscaba Flyyn con ese experimento de desahogo llamado Damage Inside. El único tema rescatable de este hemisferio sur es Game Over —algunos dicen que se trata de un tema dedicado a su anterior bajista— que busca ese estribillo pegadizo a base de punk. Todo ello acaba desluciendo un disco que podría haber quedado como un magnífico ladrillo de su discografía y finalmente acaba desluciendo el resultado como un diente mellado en una blanca dentadura.