Las primeras investigaciones de grupos desconocidos para mí en el cartel del PrimaveraSound 2014 dieron sus frutos al toparme con una descripción que hablaba de “profundos embalses de rock y pop intrigantes” y a paralelismos con Fleet Foxes y My Morning Jacket. Con vergüenza admito que no se trataba de una banda novel, si no de Midlake, un grupo norteamericano ya veterano que suma con Antiphon su quinto disco de estudio.
Afortunadamente, comienzo mi singladura con su música tras un punto y aparte de los tejanos. Tim Smith, su antiguo cantante, abandonaba el grupo tras un período de dos años de creación compositiva en el grupo para centrarse en su nuevo proyecto Harp. Contra todo pronóstico el grupo desechó el material y seis meses después, tras borrón y cuenta nueva, habían compuesto Antiphon con el guitarrista Eric Pulido reconvertido al vocalista principal. Su labor la califico con nota sobresaliente.
Antiphon es una palabra del griego clásico que hace referencia a un tipo de música coral utilizada generalmente en actos litúrgicos cristianos que se caracteriza por la interacción de dos coros semi-independientes que según he leído tiene posible origen en la estructura especular de los salmos hebreos. Una vez entendido el nombre del disco, uno comprende perfectamente la adecuación de este título y de las referencias. La música de Midlake tiene ese halo de barroquismo, polifonía y paz espiritual que también desarrollaron las referencias antes mencionadas. Las canciones se mueven generalmente en tranquilos compases, como reliquias de un tiempo musical en los que el rock todavía retenía las querencias en el folk europeo —en contraposición a su raíz del blues afroamericano—, y en la que todavía iba la mano del pop. Los pasajes, tibios y serenos pero cargados de pequeñas lucecitas y arreglos, como colores en una nocturnidad imperante. Todo ello se presta a comparaciones con el prog de Pink Floyd, pero se ven alejados por el enriquecimiento con una gran profusión de elementos y de amplitud de miras propias del siglo XXI. En un mundo donde todo lo nostálgico vende, afortunadamente, nada de lo existente en este disco podría catalogarse como retro.
La labor de vocal de Eric Pulido, con un trabajo humilde pero certero en su llegada al corazón, engrandece todavía más la sofisticación y elegancia del sonido. Un disco con piezas clave como Antiphon —todo un pedazo de hit de apertura—, el inspirador Provider —dedicado a Tim Smith y con un bonus en maravilloso formato multi-instrumental—, The Older and the Young —inspirador tema de adictivas vibraciones positivas— o Vale —provisto de sorprendentes guitarrazos— pero que no deja hueco al relleno. Toda una reafirmación de Midlake que emprenden una nueva etapa con un disco inmejorable.