Compuestos y grabados al mismo tiempo, Mono podrían haber preferido empaquetar todos el material en un mismo álbum, pero los japoneses tenían un objetivo claro: extremar las luces y las sombras, potenciando los contrastes, para configurar un álbum conceptual dualista. Una misma historia vista desde dos perspectivas distintas pero inalienables la una de la otra.
Nadie que haya amado, es ajeno al dolor del corazón. No hay esperanza sin desesperación. El gozo existe porque existe el sufrimiento.
Con la esta visión tan oriental y taoísta del mundo, Mono ofrecen un primer álbum que redunda en sacar brillo a lo que la banda sabe hacer y tan bien se les da. Las canciones persiguen tocar el alma a través de la experiencia del clímax, a veces arrancando con suaves arpegios, como en Cyclone, a los que se van sumando, como una cascada, el bajo y las percusiones rotundas, desembocando siempre en furibundos trémolos.
Por la precisa utilización del piano en intros y outros, el apoyo en la orquestación de cuerda, su sonido más pulido y cuidado, es el disco más relacionado con sus últimas referencias como For My Parents e incluso con su directo orquestado Holy Ground. Aquí tenemos algunos de los mejores temas del disco Kanata, Cyclone y especialmente ese himno de optimismo y luminosidad que es Where We Begin.
Sin prisa, a veces con valles intermedios, pero sin meter un segundo más de lo que es necesario para hacer avanzar los temas, Mono se revalidan en The Last Dawn como los magos del post-rock más emocional.
Rays of Darkness, la cara oscura del sonido y del disco
Rays of Darkness está dispuesto a convertirse en la pieza más rústica del pack, un trabajo que vuelve a los básicos utilizando las guitarras crudas como la herramienta principal aunque también hay relevantes novedades como la trompeta de Jacob Valenzuela de Calexico en Surrender o la colaboración del vocalista Tetsu Fukagawa en The Last Rays, fusión efectiva y nada sorprendente a tenor de la deriva estilística de su grupo original, Envy.
Godspeed You! Black Emperor surge como referencia necesaria en temas como Recoil, Ignite que se alzan más afilados y oscuros que de costumbre, no obstante, lejos de repetir esos momentos tan intensos, esta segunda parte adolece de un nivel más bajo y una visión menos centrada de la meta, aunque funciona muy bien como el complemento, en uns misma escucha, a la cara luminosa de The Last Dawn.
Tener la receta no implica el éxito automático
Buscando siempre la frescura o las propuestas más revolucionarias, olvidamos pronto a grupos que si bien se basan en fórmulas sobreutilizadas y agotadas —no tanto por ellos como por otros artistas clónicos que surgen como setas durante los fenómenos de explosión de un género— han avalado su calidad de forma reiterada, como es el caso. No sabemos si Mono, al declarar que The Last Dawn / Rays of Darkness es el cierre de un ciclo, tienen puestas miras evolutivas en su sonido, pero me conformo con que, como han hecho a esta hora, sigan siendo capaces de crear obras tan poderosas emocionalmente como hasta ahora.