Mumford & Sons es uno de esos afortunados grupos que consiguieron un éxito rotundo con su primer álbum, Sigh no More (2009). Además de recopilar varios premios Grammy, BRIT, etc, el debut del grupo inglés obtuvo un gran recibimiento tanto en Europa, como en Estados Unidos o Australia. Los motivos no son difíciles de entender: un folk-rock directo, muy pegadizo, con énfasis en las melodías y los estribillos épicos, no haciendo ascos a fórmulas que tantos grupos pop han utilizado durante años. Los diversos instrumentos que escuchamos en sus discos otorgan una gran frescura a su música, destacando un hipnótico banjo que obliga al oyente a moverse al ritmo de las canciones.
Entonces, ¿qué podemos esperar del segundo álbum del grupo?. Ciertamente Mumford & Sons no es un grupo al que podamos augurar un largo futuro: en el primer disco ya indicaban cierta repetición de ideas, sobre todo en las estructuras de las canciones, y en Babel no se aprecia ninguna revolución respecto al anterior disco. La buena noticia es, en cambio, que su propuesta no se ha agotado, ni mucho menos, y han conseguido componer una destacable colección de canciones que difícilmente aburrirán a los fans del primer disco, y enganchará igualmente a los nuevos oyentes.
En temas como Whispers in the Dark los ingleses dan muestras de su intensidad, desde cada nota hasta la entregada voz de Marcus Mumford, que acompañado por los coros llena los temas de una gran energía. Otros como I Will Wait o Lover of the Light, en cambio, sintetizan perfectamente el sonido del grupo, y suenan a obvios singles del disco. No faltan, por supuesto, las baladas que ponen el toque más emocional, entre las cuales seguramente destacaría Holland Road. En general, un disco más que recomendable, incluso para los que en principio no se sienten atraídos por los sonidos folk-rock.