Alegra mucho descubrir que por estas desoladas tierras aún quedan bandas por descubrir con una calidad sin precedentes. En este caso, los ya difuntos Nahrayan, una banda alicantina que graba como dúo (a saber, Julián las guitarras, bajo, voces y efectos y Miguel la percusión) un ejercicio de doom hardcorizado con unas atmósferas y fragmentos melódicos únicos.
Si bien su sonido no podemos decir que se trate de una reinvención del género, creo que han logrado no solo destacar muy por encima de la media, tanto en calidad como cantidad, sino además generar una propuesta personal dentro de las limitaciones de seguir el camino iniciado por otras bandas. Más oscuros y retorcidos de lo que acostumbran estos sonidos, las partes más bestias y salvajes se acentúan con unos alaridos de ultratumba, rasgados y graves, que renuncian a la previsibilidad de registros que cabría esperar. Además, la banda arriesga inteligentemente con influencias más progresivas y melódicas pero alejadas de sonidos post rock muy trillados a estas alturas, trabajando más con el contraste entre los fragmentos más despiadados y los más bellos que con crescendos infinitos. Un claro acierto.
En cuanto a The Beginning of the End · The End of the Beginning, no se trata de un disco al uso. Podríamos decir que se trata de una antología, un testimonio final de lo que la banda quiso ser y no pudo en su momento, decidiendo regrabar parte de su material compuesto entre los años 2000 y 2007 y añadir dos temas nuevos. No por ello suena disperso sino todo lo contrario: desde el primer riff hasta el último se escucha a una banda compacta que no se va por las ramas, pesada y densa como pocas. La calidad de la grabación también ayuda: una producción basta e insondable, sin arreglos innecesarios y con las múltiples capas de guitarra como protagonistas indiscutibles dando un sonido natural que me parece fácilmente trasladable al directo. Sinceridad ante todo, nos encontramos ante un trabajo sólido que huye del acartonamiento de producciones frías y milimétricas para dar 7 temas que van desde los matices más oscuros a las melodías más cálidas y tristes. Mención aparte para The End, joya de la corona y tema que cierra el disco, cúspide del trabajo de la banda.
La única pega posible es haber descubierto a Nahrayan en estas condiciones, con el cadáver sobre la mesa listo para su estudio en lugar de sobre un escenario dando lo mejor de sí. En definitiva, un disco que si bien puede hacerse un poco árido de escuchar, ya sea por sus 66 minutos de duración, por las escasas diferencias entre temas, o por una aparentemente poco pulida producción, con las sucesivas escuchas y sabiendo entender que todas y cada una de estas decisiones se justifican al escuchar el resultado final, hará de las delicias de quién como yo busque algo sencillo y sin pretensiones, sincero y emotivo, oscuro y bello. Todo esto a la vez y más.