En mi opinión, inmerecidamente escasa fue la huella que dejó el debut de Orbs, más si tenemos en cuenta que está formado por diversos músicos de grupos de cierta relevancia dentro del mundo del core y el metal técnico.
Es difícil poder clasificar el sonido de esta banda, demasiado melódico para decirse post-hardcore, y demasiado progresivo para poder referirse a él como rock indie. El vocalista Adam Fischer crea un rápido lazo de unión con el estilo de Fear Before, manteniendo su clásico registro agudo, aniñado, melódico pero presto a alcanzar cotas más agresivas. Su compañero de grupo Clayton Holyoak se encarga de la percusión con un trabajo eficiente y limpio, mientras que Chuck Johnson de los grindcoreros Torch Runner realiza toda una imaginativa labor en el bajo. Dan Briggs se contenta con un trabajo mucho más rítmico en las guitarras de lo que hace con el bajo en Between The Buried and Me, no obstante el gran aporte a este grupo deriva de los teclados de Ashley Ellyllon, que militó en Abigail Williams y Craddle of Filth, capaces de perfilar líneas maestras que engalanan el sonido de una forma onírica; sinfónica, como en la maestra coda de Something Beautiful, o psicodélica y virtuosa como el cierre del disco Eclipsical.
Orbs están dotados para llegar a grandes cotas de colorismo y belleza melancólica, planteándonos sus estructuras con una fluidez pasmosa. Si sois seguidores de las bandas antes mencionadas, o el Jupiter de Cave In os parece una obra clave, descubriréis un disco muy disfrutable, que tiende puentes entre estilos, capaz de satisfacer a los fans del prog como a los del indie.