Después de colarse dentro de nuestro top del año pasado, Pain of Salvation vuelven con la segunda parte de su Road Salt, un disco que conserva la característica de su predecesor de llevar al extremo la heterogeneidad del contenido, con estilos cargados de matices que abarcan desde el rock setentero más experimental y progresivo a las baladas de tintes sentimentalistas.
Tras la melodía temática que abre y cierra el disco, Softly She Cries nos recibe con agresividad. Un riff marca de la casa y las notas inquietantes de un sintetizador nos confirman que los suecos retoman en el mismo punto donde lo habían dejado. Conditioned parece tomar prestado un riff de Rage Against The Machine pero por el contrario sorprende por su evolución a un pasaje de country-folk, un género que parece tomar mayor relevancia en éste álbum, y que aparecerá en temas como Healing Now —donde las guitarras acústicas y las mandolinas nos aportan un claro olor retro—, o To The Shoreline, seguramente uno de los mejores temas del disco: complejo, dramático, donde los teclados y la flauta llevan la melodía, a caballo entre las bandas sonoras de Ennio Morricone y las tonadas de folk celta.
En Eleven las guitarras vuelven a distorsionarse, pero manteniendo el metrónomo a bajas bpm, y con un puente que explora las tierras donde el funky linda con el progresivo, para volver rápidamente a la faceta más emotiva, la balada de recuerdos infantiles 1979.
Aunque muchas veces sea injusto por el aporte y la calidad técnica de los instrumentistas, hablar de Pain of Salvation es hablar de un grupo que bebe de su virtuoso y carismático vocalista Daniel Gildenlöw, un frontman rockero a la vieja usanza, que como era de esperar derrocha canto por doquier. En The Deeper Cut, donde la música vuelve a enloquecer, con el batería Leo Margarit rompiendo el ritmo en clave de jazz, Gildenlöw canta de forma inaudita sobre un tema que va en ascenso, sobre los coros que repiten “into the wild”, o en Mortar Grind, una canción que suena al disco anterior, contundente, donde Daniel toca techo llegando a rasgar su voz.
El destacable final del disco, Through the Distance —que sabe pasar de ser una balada emotiva sin amagar los impulsos más rockeros—, y la imaginativa The Physics of Gridlock —con un sugerente final en francés— nos confirma que este cuarteto sigue empeñado en que su carretera de sal no sea la más trillada, manteniendo un perfecto equilibrio entre la música progresiva y la más accesible. Lejos de suponer algo negativo, la variedad estilística de esta banda le permite expandir su universo sonoro, y convertir sus discos en obras realmente disfrutables. El veredicto era el esperado. Pain of Salvation han cuajado un digno sucesor de Road Salt One.