Las expectativas antes de un concierto son peligrosas, pueden convertir un directo a priori prometedor en algo tedioso y viceversa. Si encima este concierto es de una de las bandas más míticas del hardcore en los 90 en plena gira de regreso salpicada de polémicas entre los fans (divididos entre la gente que los tacha de vendidos y los que les da igual todo mientras puedan ver a Refused en directo), este efecto puede ser mucho más peliagudo. Por eso, al encarar una crónica de este tipo de bandas es casi imposible no hablar de expectativas y hacer un análisis objetivo.
Personalmente no sabía que esperar de los conciertos de regreso de los suecos. Lo que había visto de ellos en el streaming de diversos festivales no me había convencido demasiado (y sí, ya sé que un streaming no es lo mismo que compartir diversos fluidos corporales en un pogo), pero el señor LlaneroSolitario me dijo que le encantaron en el Privamera Sound (y siempre hay que fiarse del señor LlaneroSolitario a no ser que te esté intentando colar un bootleg de Sunn O)))). Por tanto, a última hora decidí ir a ver que se contaban Refused, y es que los suecos pueden ser lo más vendido del universo ahora mismo, pero la sombra del The Shape of Punk To Come es muy larga. Así que allí estabamos patpatpat, Mcore, LlaneroSolitario y un servidor en la Riviera listos para hacer el mongolo a tope en una buena velada de post-hardcore. Esas, y no otras, eran nuestras expectativas: sudar, saltar y salir con un pitido en los oídos como Merzbow manda.
Pero claro, la vida es muy perra, y nuestras expectativas se volvieron contra nosotros sin ningún tipo de compasión. Y es que la sonrisa que teníamos al principio de concierto se convirtió en una cara de póquer según avanzaba el anodino concierto que dieron Refused. Por muy bien que tocasen, y por muchas cabriolas que hiciese el bueno de Dennis Lyxzén (aunque a veces parecía una mezcla chunga de Mick Jagger y Rafael) las canciones se iban sucediendo con una falta de fuerza por todos lados, lo cual es totalmente imperdonable en una banda como Refused. Tan imperdonable como el volumen de la sala, tan bajo que podíamos hacer coñas de lo vendidos que son sin tener que forzar la voz. Y es que esa es otra: me parece genial que los señores de Refused hayan decidido volver por el dinero, pero que no vendan entre canción y canción con ridículos discursos lo implicados que están con las Pussy Riot o el 15-M. Sobre todo cuándo a 10 metros tienes sus sudaderas oficiales a 50 euros.
Y nuestros lectores más críticos dirán: “Pero bueno, es que esto no es una crónica seria, es que eres otro fan de Refused lloriqueando”. Pues en parte sí, porque uno se crea expectativas a la hora de ver una banda, pero hay hechos que no pueden ser perdonados sean cuales sean las expectativas que se tuviesen antes de un concierto. Como por ejemplo las variaciones que hicieron alguna de las canciones con el único objetivo de joderlas (¿pero qué coño hicieron con Refused Are Fuckind Dead?), que lo que sonó más decente fueron las canciones del Song To Fan The Flames of Discontent (¿en serio Refused? ¿EN SERIO?) y que el público sólo se animó durante New Noise (lo que me hace suponer que había un gran porcentaje de público que pagó sus 20 y pico euros para posar). Porque la del público fue otra, que sólo les faltó sacar los mecheros en Tannhauser para bordar una actitud más propia de un concierto de estadio que uno de sala. Actitud que contaba con la complicidad de la banda, que solo les faltó hacer el “hola fondo norte, hola fondo sur”. Quiero resumir con un simple hecho el porqué me indingnó tanto el concierto: y es que el día antes de ir a Madrid, tener el The Shape of Punk To Come a todo trapo mientras fregaba la loza me transmitió más intensidad que ver a Refused en directo. Y esto es MUY grave.
Y antes de terminar este ladrillaco lleno de frustración y truismo, no quiero dejar de lado a los teloneros. Por desgracia nos perdimos a Buena Esperanza, pero sí pudimos disfrutar de Moksha en directo, que venían presentando su magnífico Sang de Roure. El directo de los catalanes, lejos de ser perfecto, al menos sí que estuvo acorde con lo que se esperaba de ellos, y repartieron contundencia a un volumen adecuado ante un escaso público. Eso sí, les falla un poco la puesta escena: al cantante no le vendría mal suavizar sus gestos con las manos, que terminaban distrayendo. Aunque de todas formas, ¿quiénes soy yo para decir cómo debe vivir cada uno su música?.
Podría terminar la crónica con cierto título de cierta banda a modo de conclusión, pero creo que ya hemos sufrido demasiado ese recurso durante los últimos meses, así que sin más me despido hasta la próxima sesión de odio marca SBS con esta bonita canción:
United Nations – The Shape Of Punk That Never Came
Living, loving, searching for nothing.
If all the classics go out of fashion,
What will we do with all of the passion?
Because the shape of punk to come
Never came and will never come.
Dennis, are you listening?
Is there something that I’m missing?
Where is the passion?
Was it just fiction?
If that’s the best that we can do,
Well, I’d rather be dead.
Because the shape of punk to come
Never came and will never come.
Sometimes false hope is better than nothing at all.
Sometimes a dying breath can make true words.
Sometimes false hope is better than nothing at all.
Sometimes a dying breath can make true words.