Es curioso como he constatado en distintas ocasiones un dato que creo que es interesante: casi todo el que conozco que ha escuchado Venomous Rat Regeneration Vendors, o cualquiera de los cuatro discos anteriores de Rob Zombie, reconoce que le ha gustado y que es un disco cumplidor, pero a la vez ha provocado en ellos un sentimiento de nostalgia… hacia White Zombie.
Ya en su momento, picó bastante que tras la disolución de White Zombie, y sin apenas tiempo para el ‘luto’, Rob debutara en solitario con un disco (Hellbilly Deluxe) que aprovechaba la base construida en WZ para desarrollar un sonido que tampoco distaba en exceso del original. Y tampoco sentó nada bien a mucha gente que ese debut vendiera más que cualquier otro disco de la discografía de White Zombie, dicho sea de paso.
Esa continuidad del principio tenía ciertos matices diferenciales, tales como un sonido mucho más metálico y arisco, pero con el paso de los años, la delgada línea que los separaba se ha ido diluyendo hasta el punto de poder decir, exagerando un poco, que los dos últimos discos en solitario de Rob parecen directamente sacados de una dimensión temporal alternativa dónde White Zombie se mantienen todavía en activo.
A lo que es la novedad, que de eso he venido a hablar, Venomous Rat Regeneration Vendors va a lo que va, sin concesiones, a degüello, tanto para lo bueno como para lo malo. Razonablemente bien elaborado, y con la excepción de concesiones de estribillo sobado y gastado como el single Dead City Radio And The New Gods Of Supertown o White Trash Freaks, el nuevo trabajo de Rob Zombie gustará, pero sin enamorar. Dentro hay mucho oficio y un guitarrista como John 5, competente y versátil, pero a la hora de la verdad falta todo ese brillo y frescura de etapas anteriores, llamémosle magia si queréis.
Con canciones como Ging Gang Gong De Do Gong De Laga Raga, Rock And Roll (In A Black Hole), y sobre todo, con la versión de We’re An American Band, es cuando se aprecia la mejor faceta del disco, la más cercana —obviamente— al hard rock setentero, del que supura groove a espuertas, bien apuntalada por toda esa imaginería desarrollada con el paso de los años y el consumo de mucho, mucho cine de Serie B, cómic underground y demás.
Pero luego sucede lo que comenté en el primer párrafo: lo vas escuchando y poco a poco vas echando de menos a White Zombie. No creo que sea algo premeditado por parte de Rob, aunque me puedo equivocar, quien sabe. Más bien es consecuencia de un legado particular y muy personal, la herencia que dejó una banda que no se ceñía por los cánones habituales de otros grupos de moda de la época, pese a compartir con ellos puntos en común.
Así que tanto Venomous Rat Regeneration Vendors como sus predecesores, tienen por encima de cualquier otro fallo, ese ‘gran’ inconveniente. Lo entrecomillo, sí. Al fin y al cabo a nadie le hace daño la nostalgia durante un rato, y si no nos dejamos arrastrar por esa corriente de idolatría por los años vividos, nos queda lo que realmente tenemos ante nosotros, que no es ni más ni menos que un buen disco de esos que te hacen pasar un rato agradable. Y luego, si eso, ya te pones con alguno de White Zombie.