Royal Thunder – Crooked Doors (2015)

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Hay rupturas sentimentales entre miembros de bandas capaces de destruir dichos proyectos, no obstante en este caso la vocalista/bajista Mlny Parsonz y el guitarrista Josh Weaver, núcleo duro y fundadores de Royal Thunder decidieron seguir hacia adelante y priorizar su aventura musical frente a todo lo que les separaba. Bajo estas circunstancias el cuarteto de Savannah encara el segundo disco, el de la confirmación, con un listón por las nubes después de su fabuloso debut CVI, y con un cambio de plantel en la otra mitad del grupo.

Un equipo que se aferra a las dotes del delantero centro

En parte debido al lastre de esas grandes expectativas, en parte a una compleja búsqueda de su identidad, Crooked Doors no es el regreso discográfico que esperaba de Royal Thunder. Desde el inicio tengo la sensación de que el grupo se muestra ambicioso pero queda falto de poso. Ello no es precisamente por el desempeño de las habilidades vocales Parsonz, la cual parece redoblar técnica y pasión, sino más bien por una débil habilidad compositiva y un flojo acompañamiento de sus compañeros, los cuales, además de quedar algo perdidos en los medios tiempos, no tienen momentos demasiado lúcidos —al menos en la primera mitad del disco— en los desarrollos insulsos de temas como Wake Up o Floor, por no hablar de los solos de guitarra de The Line, a un nivel de “pasar el expediente”.

Con respecto a la búsqueda de la personalidad, a veces más bien parece un regreso a lo básico, extremo que queda contrastado al comprobar que los mejores resultados están precisamente en los temas que más siguen la herencia estilística del grupo, por ejemplo el corte inicial Time Machine, una pseudobalada potente y eficaz que se acerca al rock de los 80 y a los clásicos Heart, o bien el groovy Forget You. A pesar de todos, temas bandera como estos no son capaces de sobrepasar la altura de otros highlights de CVI.

Dejar lo mejor para la segunda mitad

Por norma general, el disco queda desprovisto del característico poso de rock clásico del grupo, deudor de los riffs de Jimmy Page, a favor de un rock que vira hacia la madurez y a la búsqueda de los matices, con resultados desiguales; a veces con aires más sofisticados a veces más endebles. Afortunadamente en la segunda mitad el grupo sabe reaccionar. Interesantes los destellos psicodélicos y la sensibilidad de Forgive Me Karma. El blues eléctrico de Glow sabe apostar a caballo ganador, Ear On The Fool reactiva las dinámicas y el interés invocando a Stone Temple Pilots o Soundgarden, y One Day vuelve a demostrar que el grupo sabe componer temas redondos. Finalmente, los dos últimos cortes podrían ser la representación de Parsonz jugando sola y sin andamiajes. La sorpresa del disco. Dos baladas con acompañamientos de piano y chelo, plenamente satisfactorias, donde la virtuosa vocalista es la protagonista que lo llena todo.

Si bien esperaba una total confirmación de las sobresalientes virtudes de su debut, Royal Thunder han quedado encallados con un disco del que solo rescatamos algunos pasajes memorables. Los recurrentes momentos para admirar la impresionante capacidad de su cantante no son suficientes si Parsonz no se ve respaldada y engrandecida por el fondo de las canciones. Solo cuando en la segunda mitad aparece la raza, el juego de las dinámicas y la verticalidad, tenemos el “jogo bonito” que nos enamoró de Royal Thunder.