Habiéndose ganado el respeto con un directo arrollador, unas cualidades técnicas portentosas y tres notables discos, Russian Circles llegaban a su cuarto trabajo con la libertad y la cancha que dan no tener que demostrar nada nuevo. Los ambientes más post-rock de sus inicios se fueron moviendo a los terrenos más experimentales y tenaces de post-metal, especialmente en Geneva, a raíz de la incorporación de Brian Cook (Botch, These Arms Are Snakes) a las cuatro cuerdas, y pronto comprendemos que este cambio se ha potenciado aún más en Empros.
Es 309 el corte que abre el disco con un fragor realmente amenazante, apoyado en la oscuridad y en la disonancia de los arpegios de la guitarra de Mike Sillivan. Un bajo gigantesco, rocoso, destaca tanto en los momentos en los que la guitarra realiza capas atmosféricas, como en aquellos en los que la distorsión entra en eferverscencia. Poco duran los brotes primaverales del inicio de Mládek en retomar la senda del post-metal y conseguir todo un halo de horror apocalíptico. Su sorprendente final ejecutado a unas revoluciones extremas da pie a volver a quitarse el sombrero ante el savoir affaire de Dave Turncrantz a las baquetas.
Pero llegados a este cénit el disco parece sumergirse lastrado por uno de sus puntos débiles: las dinámicas perezosas y la falta de concreción y de dirección de las ideas. Schipol acentúa la dualidad de la personalidad del trío, trabajando con una guitarra acústica sobre las reverberaciones de una eléctrica pero carente de timón o rumbo en la historia. Atackla vuelve a demostrar que Russian Circles ganan en su faceta más dura, no obstante los largos desarrollos vuelven a hacer peligrar la caída hacia los terrenos del tedio. Batu opta por romper su inicio acústico con un desarrollo distorsionado y grande, que por demasiada sutileza en la melodía llega a perder efecto. Praise Be Man endulza el final con una pieza con cierto toque folk-shoegaze, sin percusión, en la que por primera vez escuchamos voces, lejanas y reverberadas, consiguiendo volver a llamar la atención.
El pequeño bache en uno de los grupos más dotados de la escena post-rock/metal queda suavizado por la existencia de un par de temas enormes y por el afianzamiento de un estilo, que aún cuando propio, es ambicioso, busca experimentar y consigue crear atmósferas realmente atenazadoras.