Saison de Rouille nace como un proyecto colaborativo entre dos músicos franceses, Karl S. (miembro de Danishmendt, una excelente banda que mezcla doom, sludge y dark ambient de la que ya hablamos por aquí) y Sébastyén D. (único miembro de Opium Dream Estate, un proyecto que mezcla sonidos etéreos y ambientales con influencias neofolk). Para este disco, además, se apoyarán en un grupo gente muy heterogéneo y curtido ya en proyectos de corte experimental: Benoit C. (de los noise-rockeros Xnoybis), Flo L. (también en Danishmendt), PH (piaytche.com) y Christian Kolf (miembro de Valborg entre otros).
El sonido de Saison de Rouille puede recordar a la faceta más mecánica y a medio tiempo de bandas como Godflesh, aunque con un enfoque mucho más atmosférico. Sobre una percusión programada la banda despliega un arsenal de drones, melodías de violín que se doblan, capas de sintetizador y atormentadas voces para crear un proyecto que pese a beber de multitud de influencias consigue un sonido propio. El tono de todo el disco es oscuro y atormentado, aunque el violín en ocasiones hace de contrapunto con melodías más luminosas, como puede ser en Sur la chaire des gueules noires. Cabe destacar que el principal interés de la banda es generar estos ambientes sombríos y hay una ausencia casi total de riffs machacones aunque con mucha presencia del bajo, lo cual les da un punto de originalidad inesperado que puede que eche para atrás a quienes busquen la aspereza de un proyecto de doom.
Si hubiese que pedirle algo a este Caduta dei Gravi, creo que sería precisamente un poco más de intensidad. Pese a haber firmado un buen disco, creo que la banda debería tratar de radicalizar su propuesta aún más para futuros discos: algunos temas, después de montar unas atmósferas brutales parecen no terminar de conducir a ningún lado. Claro ejemplo es Soleil Lache, que a medida que se acerca al clímax va subiendo en intensidad para no estallar nunca. Quizás se abusa un poco de buscar tensiones infinitas que nunca se resuelven, lo cual puede acabar cansando y jugarles una mala pasada en futuros discos. En lo personal creo que también se beneficiarían de una percusión más orgánica y natural: aunque entiendo que quieran mantener ese mecanicismo tan apocalíptico, personalmente no me gustan las baterías programadas, pese a que estas me parecen correctas y no me molestan.
En resumidas cuentas, un punto de partida interesante. Retomando el sonido más industrial que a veces dejaban entrever Danishmendt, la banda firma un buen disco, ambiental y retorcido a partes iguales. Parece ser que este es solo el primer ciclo, por lo que estaremos pendientes de lo que nos puedan deparar en futuros discos.