Sleigh Bells arrancan su segundo trabajo con True Shred Guitar, un falso directo lleno de arengas a un público enloquecido. Fiel reflejo del espíritu del disco: un trabajo directo, alocado y eufórico que (casi) huye de cualquier tipo de transcendentalismo. El dúo americano así intenta revalidar el éxito de su celebrado Treats, sin cambiar mucho la fórmula, sólo lo justo para que la crítica no se les lance al cuello muy pronto: bases simples y ruidosas se repiten de manera incansable en temas adornados por pesadas guitarras que hacen un curioso contraste con la delicada voz de Alexis Krauss, un recurso efectista pero que por sí solo no es capaz de sustentar los escasos 36 minutos que dura el disco.
Y es que comentábamos que Sleigh Bells habían cambiado lo justo, y tras unas escuchas el oyente más avispado se dará cuenta de que las diferencias entre Treats y Reign Of Terror son bastante más pequeñas de lo que parecen al principio. Vale que las guitarras suenan más pesadas (ciertamente influenciadas por el metal industrial de los 90) y la producción es mucho más limpia que en su debut, dos novedades que a mí gusto mejoran notablemente los temas de este grupo, pero es insuficiente para una propuesta musical que no da para demasiadas escuchas. Y es que el noise pop que practica la banda no es capaz de aguantar bien el paso del tiempo, y la frescura que derrocha al principio rápidamente se convierte en bases vacías y guitarras sin alma que parecen no ir más allá de la búsqueda del single fácil.
Pero no me malinterpreten, si Sleigh Bells pretendían con este disco ofrecer un divertimento de usar y tirar (que están en su derecho, me parece perfecto que haya bandas que sólo intenten divertir) lo han conseguido: es muy difícil resistir no engancharse a temas como Born To Lose o Comeback Kid, pero el disco no da para mucho más. Al igual que con su debut, Reign Of Terror se puede resumir tirando del refranero español: Mucho ruido y pocas nueces.