The Black Keys siguen en la dirección que han llevado en los últimos discos —un alejamiento progresivo del blues sucio y ruidista de sus inicios— y nos traen su disco más marchoso y optimista hasta la fecha, amén de sacar una vez más, y ya empieza a ser impresionante, otro disco redondo.
En El Camino encontramos más presencia de los teclados y sobre todo de los coros, protagonistas del disco. Desde Lonely Boy se nota ya esa atmósfera de música negra, más acentuada que en otros trabajos, mediante la presencia de voces femeninas y el divertido teclado. Continuando con Dead and Gone se observa también que han sufrido un acercamiento al indie. A destacar su estribillo verdaderamente poderoso y de nuevo el magnífico acompañamiento coral. Gold On The Ceiling cierra el impresionante trio inicial dejando un regusto años setenta que se prolonga hasta Little Black Submarine, donde echan el freno y la guitarra acústica nos transporta a la América profunda mediante una preciosa melodía y la sencillez de la voz, huyendo de todos los artificios de lo que hemos escuchado hasta ahora. Saltando hasta Run Right Back, por momentos hasta podrían venirnos a la cabeza reminiscencias de la música disco. Cambio de registro en Sister, donde ahora los ochenta son los que marcan el baile. Nova Baby es el ultimo acercamiento al indie y al pop y demuestran que son registros que con moderacion encajan genial en sus trabajos. Mind Eraser, última canción del álbum, cierra con elegancia y seducción
En conclusión, quizás superar el altísimo listón que dejó Brothers era demasiado, pero siguen estando a la cabeza del blues actual, y manteniendo el nivel sobresaliente y el interés en su música mediante pequeños pero suficientes cambios disco tras disco. Genios. De lo mejor del año.