The Flying Eyes – Lowlands (2013)

The Flying Eyes - Lowlands

A mí los 70 me pillaron sin haber nacido. No viví la dorada década del rock ni seguramente muchos de vosotros que me estáis leyendo, pero eso no parece importar mucho para lo que nos atañe. Estamos viviendo una segunda era de esplendor de los sonidos añejos y unos de los grupos que trae la dignidad a este revival son los norteamericanos The Flying Eyes, de la que ya os hablamos con su fortísimo debut en 2009, blues-rock psicodélico que rescató de un profundo pozo del Mojave los ecos de las orgías peyotísticas de los 70, trayéndonos las ensoñaciones de Jim Morrison redivivo a los micros. Después de solidificar su apuesta con el temido segundo disco Done So Wrong, clara muestra de madurez en el que el grupo se entregó a los brazos de la acidez sonora, ahora podemos disfrutar su tercer trabajo Lowlands. Un álbum que está llamado a ser una de las mayores joyas de este año en lo que al rock underground se refiere.

Inundación de psicodelia y fuzz

El desmesurado fuzz de Long Gone sirve como tarjeta de presentación y de aviso. El stoner-rock es el rey aquí y casi sin querer estamos en caída libre en el abismo de la sinestesia y la distorsión de los colores. El vocalista Will Kelly se erige con una personalidad total, libre de antiguas comparaciones con el Rey Lagarto, clavando letras y líneas vocales con convicción, recuperado el gancho del primer trabajo y extremando la abrasividad de su registro en temas como Rolling Thunder; destacado tema, perfecto ejemplo de cómo la tríada de guitarra-bajo-batería funciona como una lubricada máquina productora de psicotropía sonora.

Las influencias llevadas al extremo

Si hay algo que destaque en cuanto a su evolución, es que el grupo ha perfilado y acrecentado los rasgos de su personalidad. Ahora se muestra más desatado que nunca en el aspecto instrumental. De alguna forma las canciones son más dramáticas: Under Iron Feet es uno de sus temas más desenfrenados hasta la fecha, mientras que la tremenda oscuridad de Smile roza el doom más pastoso y amenazador. Lástima que en ese proceso se eche en falta una catarsis final, una total pérdida de la consciencia a golpe de riffs hipnóticos, esa práctica que tan bien dominan Ufomammut. Por otro lado, y en otra dirección, aparece la vena más folk de Surrender, la más emocional en Alive In Time e incluso el rock americano más tradicional como en Eye of the Storm.

Rock con mayúsculas

Aunque la recta final de disco se acomode en tonos más suaves y confiados, es manifiesto que The Flying Eyes han sabido crear su disco más dinámico hasta la fecha. A pesar de no tener hits de esos que consiguen arrastrar el inmediato éxito comercial, Lowlands es un disco que no deberíais pasar por alto este año los amantes del rock.